Espacio dedicado a las variaciones monumentales de la música y su aplicación en la vida cotidiana.
ST. VINCENT – ALL BORN SCREAMING (2024)
Obtener enlace
Facebook
X
Pinterest
Correo electrónico
Otras aplicaciones
-
La trayectoria de Annie Clark/St. Vincent es una de las más consistentes en la música pop actual, y no sólo por su continua publicación de música nueva, sino por la dosis generosa de alta calidad compositiva, conceptual y estética que inyecta a cada uno de sus álbumes.
Y mejor muestra de ello en este 2024, la publicación. de su séptimo trabajo de estudio el pasado 26 de abril, añadiendo a su reconocible estilo elegante, vanguardista y emocionalmente estremecedor; una resignificación idiosincrática de lo que conlleva ser una compositora que expresa sus fortalezas y vulnerabilidades a tráves de la música. Sus canciones resultan una práctica evocativa y de grandiosa factura melódica que no teme transmutar de manera versátil, de un simpático sinfónismo a un enrevesado rock atmósferico, atravesando de un discreto rock progresivo hacia rítmos mecanizados y amplias texturas sintéticas.
Una artísta audaz y en pleno uso de sus poderes
Además, Clark se esfuerza en contarnos historias que embarnecen conforme el escucha se sumerge en las deliciosas capas de su propuesta intrincada: ya fuese en su futurista álbum homónimo de 2014 o el electropop extravagante de su sucesor, el bien logrado Masseduction (2017), incluso en Daddy´s Home de 2021, en cuyo caso, el argumento eclipsó un tanto a la generalidad de la música, sin embargo, de cada escalón se aprende y de los detalles, la cantautora texana reescribe sus capítulos con mayor libertad y experiencia.
De este modo, All Born Screaming se volvió materia personal, conteniendo letras más intimas que tocan la mortalidad, la nostalgia, el desarraigo de vivir convergiendo en cierta sexualidad implícita, mientras se da rienda suelta a un amasijo punteagudo de música electrónica industrial, noise, pop de cámara barroco, elementos lounge y funk. Fue la misma Annie Clark quien tomó las riendas de la producción, dándose el lujo de experimentar constantemente con máquinas, secuenciadores, una diversidad de sintetizadores modulares e incluso con drogas psicodélicas.
Acto seguido
La efectividad alcanzada resulta volcánica, brindando esa repercusión emotiva que impacta franca y directa gracias a las sonoridades bifurcadas a la exploración consciente e inconsciente, manipulando los estribos en favor de la dualidad pesimista y confiada.
Hell Is Neardesenrolla una serie indulgente de ásperas tribulaciones que fluyen de la bella tesitura vocal, texturas fantasmales de sintetizador y cristalinos punteos en las guitarras, brindando una sensación de inquietud y cálides extravagante que envuelve tal cual se respira. Reckless avanza cauta y conmovedora, explotando irreductible con el poder de percusiones industriales y agresivas atmósferas de progresiones tajantes, mientras su rostro lírico, explora el dolor de una perdida significativa, en razón de alguien a quien se amó profundamente.
Reckless
Broken Manconjura la esencia de Nine Inch Nails mediante peligrosas percusiones de asalto, inequivoca violencia de noise industrial cual trueno en pleno azote y una arremetida gigantesca de vocales insaciables, sin duda, es uno de los cortes más directos de la cantautora, con todo y efecto catártico que se agradece.
Broken Man
Fleano baja en intensidad, gracias a su dramática acción de rock progresivo con guitarras mordaces, brillante sensualidad vocal que evoca la trascendencia de lo carnal, ésta se ejecuta en capas vibrantes de resonancia sintética, riffs contundentes y una batería elegante con efectos telúricos.
Flea
La triada explosiva continúa con Big Time Nothing, un excelente gesto de disco funk y mecha industrial, notando en su letra un legargo vital que duele a hasta la médula, sin embargo, su desaveniencia nihilista no cansa. Resaltan, por supuestos, las percusions monstruosas y el bajo corpulento que remiten a ciertos raves noventeros, coros hipnóticos y riffs metálicos que moldean un eco retadoramente sensual.
Big Time Nothing
La épicaViolent Timesinaugura el lado introspectivo del álbum, desplegando una maravillosa resonancia de metales muy a la James Bond, con su orquesta sintomática, lucidas programaciones, guitarras de intervención etérea y unas incofundibles vocales de escalofrío, en las que ponderan el poder del amor en tanto se teme perderlo, por causa del caos y la destrucción que someten a este mundo.
Violent Times
La balada a media tiempoPower´s Out pone en evidencia la enajenación del ser humano con la tragedia, el escándalo y el amarillismo, donde las tersas vocales y tiernos teclados desarrollan el esperanzador drama que involucra un asesinato, y partiendo de éste, el inicio de una relación afectiva en acto seguido de la conjura distópica pos pandemia. La coqueta Sweetest Fruitresuena volátil y efectivista con sus ganchos pop de impulso mecánico, discreto rudismo, coros memorables y efectos refulgentes desprendidos de un bien logrado claroscuro de texturas sorprendentes. He aquí un ejemplo grandiosa de la cuidada producción lograda por Clark; en homenaje de la desaparecida productora y cantante SOPHIE.
So Many Planetsirrumpe con un poderoso platillo y sintetizadores de efecto celestial que devienen en rítmos de naturaleza cósmica acotada, guitarras texturales y líneas vocales de extravagancia glam, disposición progresiva y exploración lírica que invita a mirar hacia el interior como ejercicio sobresaliente de autoconocimiento.
So many planets
La homónima All Born Screaminges un cierre colosal, fluída en rítmica disciplinada, texturas tersas y vocales tensas que se expanden en función de su cristalina crudeza nostálgica, lo cual libera la fusión parapsicodélica que revela el instante en el que se ve la luz al nacer, mediante la torrida velocidad baterías programadas y el sintetizador celeste que engrosa los coros que culminan súbitos y exhuberantes.
St. Vincent trazó un álbum sincero y refrescante, afirmando su talento único a la par de brindar experiencias tan desgarradoras, irascibles como emocionantes. Qué sería de la vida, sin los eternos conflictos que la embarnecen en un torrente de una maravilla tras otra.
Irreverencia. Es la palabra ideal para adjetivar la actitud musical de una agrupación tan divertida y tristemente caída en el ostracismo como Los Toreros Muertos . Pertenecientes a la “Movida Madrileña”, este grupo integrado por Pablo Carbonell en la voz, Many Moure en el bajo y el tecladista de origen argentino Guillermo Piccolini, seleccionaron semejante apelativo como referencia a una de sus principales influencias: los Dead Kennedys . Virando entre la comedia en sus letras y los ritmos intrincados del new wave, cortesía de bandas como Talking Heads y The Police , la economía del punk y la festividad indomable del ska de Madness; Los Toreros grabaron en formato maxi single, aquel entrañable tema que les valió un inesperado éxito, sobre todo en Latinoamérica: Yo no me llamó Javier . Unos muertos muy vivos (y divertidos) Acogidos por la disquera Ariola, grabaron en 1986 30 años de éxitos , su álbum debut. Encabezando una serie de graciosas historias con escenarios ...
Caos.Oscuridad.Destrucción.Cochambre.Perversión.La espiral descendente al infierno. La década de los 90, que para muchos ejemplifica una carta a la nostalgia, en demasiados aspectos fue un desorden rotundo. El poder de los medios de comunicación se dejó caer con el mayor peso posible, impulsando a toda costa, o mejor dicho, imponiendo, una nueva cultura de la celebridad, en la que importaba más su decadencia y desapego emocional, principales características de sus venerados "antihéroes". Así, entre mayor conflictivos se presentasen ante las cámaras y autodestructivos tras bambalinas, mejores ratings obtenían, traduciéndose en cuantiosas ganancias. La industria musical, obviamente, no fue ajena a las prácticas escandalosas: el mundo del pop se vio invadido por la "nación alternativa" en la que personas, supuestamente comunes, mostraban su extraordinario talento con algún instrumento o tras el micrófono, para extirpar sus irreparables traumas, calificar cruelmente ...
Existe una mala creencia generalizada, la cual versa que Black Sabbath quedó tendido en la lona cuando Ozzy Osbourne fue expulsado. Sin embargo, es una total falacia. Siendo verdad que la agrupación no tuvo un vocalista y una plantilla de integrantes "fija" a excepción del eterno Tony Iommi , quien prácticamente asumió de su propiedad todo lo relacionado al grupo, incluyendo la parte compositiva y comercial. Durante los ochenta, el camino cimentado por el extraordinario Heaven And Hell encontró diversos baches que contribuyeron al mito de un bajón importante en la calidad de su música. Así, después del bueno, aunque poco valorado The Eternal Idol (1987), el grupo comandado por Iommi , quedó reducido a un tercio, junto al vocalista John Martin y el tecladista Geoff Nichols , lo cual supuso un nuevo cambio en la alineación. Entonces el guitarrista contrato al versado bajista Neil Murray , junto a una de las verdaderas revelaciones de rock progresivo, el baterista Cozy P...
Comentarios
Publicar un comentario