THE CURE – PORNOGRAPHY (1982)
Se dice que, si ves directo al abismo, éste te devuelve la mirada. Para una trayectoria tan longeva y fascinante como
la de The Cure, tal mención podría tratarse más de un elogio que de una
advertencia. Si bien Three Imaginary Boys (1979) fue un debut coqueto de punk
armonioso, las sucesivas incursiones discográficas
comenzaron a transpirar una angustiosa necesidad de catarsis dogmática:
Seventeen Seconds (1980) se siente como la pincelada de una obra simbolista que
intenta retratar un paisaje distante, mientras Faith (1981), es la incursión directa
en la bruma de un estado mental que comienza a derrumbarse.
Para Robert Smith, Simon Gallup y Lol Tolhurst, esta idea se encontraba muy presente cuando ingresaron en los estudios RAK en Londres; con toda intención de grabar el que sería su cuarto opus, más avezados en la cuestión de manejar las consolas y recursos técnicos, su sonido se vio robustecido gracias al uso de teclados y una locura expectante de lo que, a pesar de su juvenil edad, consideraban el arribo de un apocalipsis irreductible.
Leídos en el existencialismo y
sometidos por una rutina asfixiante (autoimpuesta, claro) de lóbregas
ensoñaciones de tragedia y muerte, el trío nocturno se instaló definitivamente
en ese paradigma que abrazó la década de los ochenta con su sombra idílica: el
gótico dejaba de ser una tendencia artística medieval para resurgir entre maquillaje blanquecino, cabelleras de
peinados crespos y ropa tan oscura como la medianoche. De esto, se vieron
alimentados Smith, Tolhurst y Gallup a quienes la idea del suicidio les rondaban la cabeza, a lo cual Smith propuso componer música extrema,
que rozara los límites de la cordura a través de atmósferas más cargadas en sintetizadores que fuesen dominantes, además de conferir mayor crudeza a las guitarras, bajo y batería.
Canalizando su energía autodestructiva
hacia un consumo intensivo de drogas alucinógenas, latas de cerveza
y ausencia del hogar familiar, sus condiciones emocionales pasaron de un punto
frágil hacia el centro del vórtice mismo, grabando en cosa de tres meses, una
desigual colección de canciones de berridos andrajosos, eclipses nihilistas y
la acomedida personalidad oscura que definió desde entonces a la banda.
Comparado con la punzante estratagema
dionisíaca de Bauhaus, la vorágine mecánica de Joy Division
y la exuberancia de Siouxie & the Banshees (el mismo Smith
integraría sus filas poco después), Pornography es una pieza de arte pavorosa,
embarnecida con recios muros de pesadilla y alucinaciones de mundos quebrandose,
cadáveres consumidos por el fuego y el legado poético decadente, factores acumulándose en la cabeza de muchachos de veintitrés años.
Editado el 3 de mayo de 1982, la placa abre con la colosal One Hundred Years un tejido de guitarra chillante, percusiones programadas y teclados torrenciales, fúnebre de intención y despojada de esperanza, “No importa si todos morimos…” abre Robert Smith con su voz tan característica y taciturna, éste viaje iracundo de caos y tragedia.
A Short Term Effect resulta en un inflexible escrutinio hacia el interior de la psique, mediante percusiones y bajo demoledores, asoma si acaso, un leve eco de penetrante psicodelia, en tanto la letra presenta diversas imágenes de un descenso influido por el LSD y el desgaste físico. The Hanging Garden es un amasijo de percusiones que viran constantemente en el espectro de lo denso, que si bien, contiene cierta apertura al pop, se trata de un corte pesado, lóbrego y radical acerca de la muerte auto infringida, dirigida por pesadillescas imágenes que enfatizan hacia la oscuridad que no te permite volver.
La espeluznante Siamese Twins narra la desolada experiencia de un adolescente que acaba de tener su primera experiencia sexual, quien, a pesar de esperar el mayor de los gozos, sólo obtuvo un inmenso hueco corporal y anímico. Musicalmente, es una marcha lenta, densa y pesimista de sublime guitarra textural y sección rítmica apabullante. Una estupenda muestra de poesía siniestra. The Figurehead es una de las canciones más representativas de la agrupación, tocada en vivo a lo largo de los años, se derrarrolla de manera poderosa, cargada atmosféricamente y neurálgica en su letra de narrativa sangrienta, un ejercicio técnico influido por el trabajo conjunto de Brian Eno y David Byrne; generando una tétrica inmersión eléctrica hacia la perdición. Referencia directa para las bandas de slowcore de los noventa, sin duda.
A Strange Day es otra pieza de sonido gigantesco, teclados como rocas gélidas y percusiones machacantes, ni hablar del excelente trabajo de Simon Gallup en sus rígidas cuerdas, mientras el arreglo vocal se transforma en un espinoso eco de torturada y violenta confusión. Cold hipnotiza al escucha mediante su cargado sintetizador, percusiones pasmosas y el bajo profundo y pesado. El mayor apremio de este corte, es el apuro sintético que si bien, no tiene nada que ver con el pop, emparenta con los éxitos radiales de aquel momento, sin embargo, aquí no hay baile, sólo extensas y peligrosas sombras que bordean lápidas, un silencio profano y una desolación sucia.
Pornography es el corte más extraño, sórdido e intenso de la placa, un nexo de samples con voces distorsionadas, amenazante sintetizador, guitarra desfigurada y percusiones explosivas que acallan intencionalmente su estruendo en favor de la atmósfera apocalíptica, un declive tentador hacia los aspectos de la condición humana más perversos, la oscuridad infausta, un llamado torcido a la voluntad para encontrar la cura a una enfermedad que no permite destellos de luz, porque la carne, así como víctima, también es el victimario más voraz.
El primer gran clásico de la banda, también significó su metamorfosis hacia una derivación de identidad, experimentando con sonidos plenamente mecánicos y melodías pop, para anidar
permanentemente en la neo psicodelia y la tristeza más acogedora.



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