SPARKS – KIMONO MY HOUSE (1974)
Dentro de la cultura colectiva existen fenómenos que si bien, no alcanzaron una repercusión
mediática monstruosa, quedaron catalogados como objetos soberbios de culto, y
en realidad el medio resulta lo menos importante: en el cine, en la literatura
o en lo que nos atañe a continuación, la música.
Y es justo mencionar, la enorme importancia de Sparks, grupo conformado
y gobernado, claro, por los hermanos Ron y Russell Mael, singular dueto
proveniente de California, Estados Unidos y que lograra su mayor éxito en
Inglaterra, caso similar al de Jimi Hendrix, quien al no
hallar posibilidad de difundir eficientemente sus composiciones, cruzó el Atlántico triunfando irreductiblemente, para luego regresar con una bandera
de conquista a su país natal.
Los Mael se encargaron de estructurar un reinicio para su
banda, integrando nuevos músicos en la batería, bajo y guitarra, mientras Ron,
principal compositor, se encargaba del piano, teclados y sintetizadores, en
tanto Russell, poseedor de un rango vocal soberbio y sumamente agudo, exageraba la interpretación de las piezas que integraron su tercer álbum, Kimono My
House, una observación temeraria con ojo crítico, acerca de las clases pudientes
y uno que otro sentimiento de angustia existencial.
Encausados hacia el barroquismo de un sonido rock que no estaba pensado
como tal, Sparks es uno de esos casos en el que colocarle etiqueta
resulta una labor poco precisa, ¿Pop es meritorio? Jamás. ¿Art Rock sería suficiente?
No. Aunque podemos mencionarlos como una especie de glam rock
tardío, combinando un serial de elementos preciosistas que los llevaron a adelantarse por cinco años al new
wave de Talking Heads, Devo, Wire y XTC.
Consistentemente exquisito y lustre, el plato agrega cierto ánimo
experimental sazonado con irreverencia, arreglos prodigiosos que bien podrían
convenir a una orquesta, sin embargo, siguiendo los pasos de otros
emprendedores como Frank Zappa, toman con reserva la interacción entre
sección rítmica explicita, pop filoso de guitarra y teclados perspicaces, similar
a su imaginario lírico tan bien construido en imágenes y sensaciones.
El álbum tiene un arranque francamente demoledor: This Town Ain´t Big Enough For Both Of Us mezcla dramatismo vodevil con impulso operístico a la Tommy de los Who, incorporando inolvidables riffs de guitarra y una sección rítmica poderosa, los Mael incrustan una impresión sórdida en la letra, aunque muy jovial.
Amateur Hour antecede el power pop de los ochenta y noventa con percusiones y teclados luminosos que comprimen las melodías vocales y guitarrísticas en majestuosos y sofisticados empalmes oscilatorios.
Falling In LoveWith Myself Again destila una rítmica pesada, riffs intrincadamente metalizados de cadencia circense, legado de unos Beatles en plena forma, el cual formaría, años más tarde, el sonido dionisíaco del Seaside de los Cardiacs. Here In Heaven es un sufijo arrebatado de galope glam adornándose con esquizofrénica brillantina, fluidos solos de guitarra y piano, donde la simetría vocal de Russell Mael se encuentra a tope, recitando en la letra, el oscuro, aunque divertido, pacto suicida de dos enamorados.
ThankGod It´s Not Christmas es una alegre afirmación de pop machacante, glam enrarecido y arreglos vanguardistas, aderezado con solos de guitarra barrocos, aporreos épicos de batería y el destello vocal con capas de teclados apolíneos. Hasta Mañana, Monseiur se regocija febrilmente con sus aparentes errores, desenvolviendo un music hall templado que emulsiona con el humor negro de la letra. Talent Is An Asset incorpora paulatinamente percusión dominante, vibráfono, línea pesada de bajo, además de rasgueo juguetón de guitarra, edulcorando todo con una cama de mellotrón.
Complaints retoza enérgica en su brevedad, conjuntando la sección rítmica y una leve distorsión de guitarra, permitiendo al piano y voz desplegar su propio juego de consonancias locuaces. In My Family es un corte aristocrático que sobresale por sus ejecuciones excelsas e imaginario que consolida el excelente arreglo vocal con su piano acelerado. Equator es enorme, estrafalaria, su letra retrata una cita romántica incumplida en un sitio extremadamente caluroso, mientras se distingue por la vocalización de Russell al límite de lo agudo, tan sólo para demostrar su virtud y mordaz estilo. Barbecutie se desliza entre su flamante bajo metálico, la embestida de piano, batería y guitarra, enajenándose con una melodía pegajosa en una modulación de estribillos cercanos a la ferocidad aventurera de Roxy Music y augurando el estilo gótico de Siouxie Sioux. La final Lost And Found rockea profusamente como un resumen equilibrado de todos los elementos que engrandecen el álbum: clase ornamental e intrincada con melodías contundentes y producción soberbia.
Kimono My House continúa siendo una experiencia triunfal para todo aquel que guste descubrir bandas, conceptos y sonidos: estamos ante una obra maestra y sus creadores, quienes adornaron la escena del glam y en general, de todo el rock de los setenta.
Tracklist:
1.- This Town Ain't Big Enough for Both of Us
2.- Amateur Hour
3.- Falling in Love with Myself Again
4.- Here in Heaven
5.- Thank God It's Not Christmas
6.- Hasta Mañana, Monsieur
7.- Talent Is an Asset
8.- Complaints
9.- In My Family
10.- Equator
11.- Barbecutie
12.- Lost and Found


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