WEEZER – OK HUMAN (2021)
Este 2021, resulta un año crucial en la trayectoria de Weezer, agrupación oriunda de California y grandes abnegados del llamado power pop. Las razones: la publicación de dos álbumes, siendo OK Human el primero. Adicional del tan esperado Van Weezer que fuera pospuesto un año entero con motivo de la pandemia por Covid-19; para llegar poco después la “enorme gira rockera” de estadio junto a Fall Out Boy y Green Day.
Adentrándonos en la historia de OK Human, con franca referencia al
ya clásico indiscutible, OK Computer (1997) de Radiohead; la idea
era publicarlo antes de Van. Sin embargo, se le dio preferencia al plato
más orientado a las guitarras de rock épico. Y cual intriga de predestinación
en la literatura, la intención original terminó cumpliéndose.
Después de un bastante irregular Black Album (2019), Rivers Cuomo,
motor, cerebro y sumo sacerdote líder de la banda, concibió la idea de un
álbum, cuyo eje estético, fuera una colección de canciones basadas en piano,
baladas pop melancólicas, como las que él escuchaba cuando muchacho y lo
llenaban de suma nostalgia.
Ahora se sabe con certeza, que todo el registro sucedió entre 2019 y concluyó
en los últimos meses de 2020. Y grata sorpresa fue, este regreso alejado de la
estridencia guitarrera y esos soporíferos sonidos electrónicos que Weezer
adoptó en sus últimos trabajos. Atrás quedaron los tragos de amarga factura,
gracias este, su mejor álbum, en por lo menos cinco años (elogiarlo en un rango
de tiempo mayor, definitivamente cae en plena exageración).
Lanzado el 29 de enero de 2021, el álbum abre con el primer sencillo, ejemplo contundente de lo que nos encontraremos por contenido: All My Favorite Songs respira a través de los sentimientos sinfónicos de Eleanor Rigby destilando cierta desesperación, mientras Cuomo espeta una letra que pone sus preferencias musicales bajo una lupa de tribulación. Y es justo cuando el arrebato de los violines se vuelve épico, concluye con poco embiste.
Aloo Gobi funciona mucho mejor, a través sus cuerdas, el galope de percusiones acompasadas y estribillos que destilan luminosidad, refiriendo por igual un platillo hindú como a Serge Gainsbourg. Nuevamente, la letra pone por delante la necesidad de conflicto interno, cuando la mente no asimila el entorno caótico que fluye alrededor. Ligada a esta, comienza la magnífica Graves of Wrath inspirada y referenciando, otra vez, a grandes clásicos de la literatura. El arreglo de violines y vientos, además de una eficiente guitarra acústica, amplían perfectamente la atmósfera y completan el de por sí excelso coro, cuando un excelente Cuomo impone un canto tan emotivo como desafiante.
Numbers corte pop de cámara melancólico, es una tersa balada de compases lentos, algo que bien podría ser repetido por Coldplay con los mismos resultados. La letra toca el tema de los índices de popularidad, como marca ineludible de triunfo y relevancia, que por supuesto, es entre visto como una disputa que trae más sufrimiento que satisfacciones. La barroca Playing my Piano consta de un estupendo arreglo de violines por detrás, en tanto el piano surge como destello de antorcha en la oscuridad espesa. La letra relata una pasión inocua por la música, como pretexto idead para escapar de la cotidianidad. El corte se enaltece por sí solo, constando como uno de los puntos interesantes del álbum.
Mirror Image es un breve canto de platillos y batería volátil, vocalizaciones emotivas que lanzan las melodías de piano por delante. La jocosa Screens rescata el tradicionalismo Weezer, gracias a los ganchos en el coro y la versatilidad de los instrumentos, entre ellos, guitarras acústicas, órgano, y claro, los violines omnipresentes, que tornan en texturas mucho más altivas y atrayentes.
Bird With A Broken Wing es lo mejor del álbum. Una poderosa balada que sumerge las emociones dentro de un vórtice analógico de arrepentimiento casi existencial. Aquí los violines ganan en espacio y economía, configurándose sublimes y permitiendo que más texturas dadas por piano y guitarras se incorporen, constatando que el sello McCartney continúa vigente.
Dead Roses continúa la sinergia de baladas, con cierto aire cinematográfico de cuerdas dramáticas para ensalzarse con algunos teclados sinfónicos circunspectos, la tensión romántica que aborda su letra de agonía y fenecimiento.
La muy breve Everything Happens For a Reason de
bifurcadas flautas orientales, funge como puente para Here Comes the Rain de
estribillos y coros alegres, galope de batería diligente y violines nerviosos,
además del piano que conjuga maravillosamente, trompetas que embarnecen la
pieza de forma exuberante. La conclusiva La Brea Tar Pits es el emotivo
corte que resume a la perfección la nueva entrega musical de la banda,
sumergida en texturas orgánicas y colmada belleza acústica. Destaco el conmovedor
canto de Rivers Cuomo, quien habré de agregar, sacó una rotunda y satisfactoria
calificación por este trabajo, que si bien, puede que no posea mayor
repercusión, salvo por estos aun momentos de pandemia y encierro, no demerita su
enorme calidad y valor.
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