KORN – KORN (1994)

 





La década de los noventa fue una época singular. Dentro del gusto generalizado de los ávidos consumidores y demandantes de las listas de éxitos, el grunge llegó para desbancar a otros géneros en las preferencias, así como popularizar el contenido del kilométrico alcantarillado de la llamada “nación alternativa”.

Si bien, muchos disfrutamos de los ríspidos discursos de Nirvana, el metal continúo respirando, para bien o para mal, gracias a Metallica y Pantera. Pero los tiempos cambian, los ochenta encumbraron una serie de diversificaciones y experimentaciones que paulatinamente se manifestaron en todo tipo de arte, desde la literatura y el cine. El gran público fue mordido por una nueva y enervante especie, cuyo veneno resultó una salvaje alucinación de sexo desenfrenado y violencia ilimitada. Los aspectos más oscuros de la psique humana fueron liberados, y la nueva generación se encontraba de frente al espejo, lista para exorcizar sus demonios, asegurándose que todo el mundo los escuchara.



De este refulgente ponzoñoso, surgió Korn, cuya intencionalidad, lejos de pregonar la esperanza de un mundo mejor, fue mantenernos inmersos entre una serie de sórdidas experiencias donde el abuso y agresión infantil, el consumo de estupefacientes y decadencia social, eran el pan de cada día. 1994 quedó marcado por el suicidio de Kurt Cobain, aunque para el tema que nos compete en la presente reseña, el 11 de octubre, fue puesto en el mercado el álbum homónimo de la banda oriunda de California e integrada por el vocalista Jonathan Davis, los guitarristas Brian “Head” Welch, James “Munky” Shaffer, el baterista David Silveria y el bajista Reginald “Fieldy” Arvizu. Decantándose hacia un sonido extremo y muy pronto a inaugurar (el famoso e infame Nü-Metal), auspiciado por guitarras de siete cuerdas, una gruesa línea de bajo marcando extraños cambios de compas en la batería; cuestión que engrosarían las experiencias problemáticas y sufridas de las letras.



Influidos por recovecos tan impredecibles como el Death Metal, y otras agrupaciones que viraron desde Jane´s Addiction, Faith No More y Public Enemy. Korn, el álbum, fue producido por Ross Robinson, personaje que también guiaría a Sepultura y Slipknot hacia los caminos del nuevo metal. Abriendo con la inolvidable Blind, elegida primer sencillo, encontramos una exaltación furiosa, acordes pesados que destilan maldad, un bajo que muta entre el funk y la perversidad, y como cereza triunfal, una voz plenamente desgarradora. 

Blind

Ball Tongue es un ataque directo a la yugular, con distorsión gigantesca en sus guitarras y los rugidos desconcertantes de Davis. Destaca los efectos de sonido de tornamesa fantasmal. En Need To la sección rítmica es un delirio machacón mientras las guitarras brindan un rostro melódico post grunge. Davis desprende su talento tras el micrófono, gracias a su letra de odio y diversificación vocal: sufrimiento grandilocuentemente oscuro. Clown es bien recordada como el último sencillo del plato, comenzando con varias salidas en falso de la banda, como una forma de romper la tensión entre canciones y mostrar un breve instante de diversión, antes de regresar al atasque, entre el bajo y las guitarras a tope de distorsión. 

Clown

Divine es una mezcla diligente de metal-rap, agresiva y apática, con diversos cambios de ritmo, semejando un golpe constante de martillos, su bajo característico además de su letra alienada, compensado vulgaridad con catarsis. Faget es amenazante y directa, un serpenteo que ruge paulatinamente, esperando desatar su agresiva paranoia. Una excelente muestra del perfecto acoplamiento entre guitarras: un torbellino casi vanguardista que clama entre los mejor del álbum. La letra retrata varias tribulaciones oscuras de la homosexualidad. Shoots and Ladders comienza con el leve susurro de gaitas, aparentando a una elegía fúnebre que se decanta hacia estridentes rasgueos de guitarras, fluyendo a través de una atmosfera opresiva y cataclísmica. Nuevamente, el contundente desempeño de Davis que adereza con su letra, encarnando diversas canciones infantiles. 

Shoots and Ladders

Predictable se mantiene lineal, con sustancia pero poca acción. Sin embargo, el estupendo gancho en su coro es tan escalofriante y sangriento como cualquier otra pieza del álbum. Fake resulta un vertiginoso canto de violencia, guitarras de acordes gruesos y lóbregos compases. Lies es una de las piezas más experimentales e innovadoras del plato, sonidos de tornamesas, guitarras que fluyen como una droga en el torrente sanguíneo y la voz sometida a un corpulento rugido. Sin duda, System of a Down tomó mucho de esta para configurar su sonido. 

Lies

Helmet in the Bush continúa con el lóbrego trabajo experimental, excelentes guitarras decantándose entre el tronido de la distorsión, ruidos incidentales y la sección rítmica mordaz y proclive a explotar. 

Daddy es un tormentoso tour de force no apto para sensibilidades. Comenzando con la voz entonada de Davis en un cántico cuasi gregoriano, el bajo arremetiendo con una agresividad amenazante, la batería y guitarras ensalzan con fiereza, tornándose en lo más agresivo del disco. La letra narra el abuso sexual que sufrió el vocalista cuando niño, siendo palpable su constante angustia, generando atmósferas sumamente asfixiantes.

Korn es un opus oscuro, abrasivo y violento, muchas veces imitado, incluso por la misma banda, sin obtener los mismos resultados. Nunca más abría canciones tan cavernosas en algún otro álbum, aunque la temática sería replicada hasta el hartazgo: cosa palpable desde su portada, simplemente perturbadora.

Tracklist:

1.- Blind

2.- Ball Tongue

3.- Need To

4.- Clown

5.- Divine

6.- Faget

7.- Shoots and Ladders

8.- Predictable

9.- Fake

10.- Lies

11.- Helmet in the Bush

12.- Daddy

Comentarios

  1. Uno de mis discos favoritos de Korn, el sonido de ese disco es simplemente único

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