TEARS FOR FEARS – SONGS FROM THE BIG CHAIR (1985)

 


El dúo conformado por Roland Orzabal y Curt Smith inició sus pasos musicales en 1981, recargando su bagaje intelectual hacia dos vertientes que moldearían su personalidad sonora: Primero, las canciones que comenzaron a componer gozaban de un apuro post punk bailable, que pronto se vio empapado de la moda new wave de sintetizadores, a lo cual lograron intercalar synth pop y rock atmosférico en iguales proporciones. Segundo, el interés de ambos por aquellas patologías psicológicas albergadas en edades tempranas y que habían sido objeto de intensivos estudios durante la primera mitad del siglo XX.

Así, fundaron Tears For Fears, para posteriormente lanzar su primer opus, el fabuloso The Hurting en 1983. El álbum tuvo excelentes criticas, y algunas de sus canciones se volvieron clásicos automáticos en la radio e incluso en clubes de música disco. El éxito saboreado los impulsó a trabajar en una continuación que estuviese a la altura de las expectativas. Ya concentrados en el estudio hacia mediados del ´84, el sonido electrónico de sus inicios comenzó a mutar de manera sustancial, en cuanto injertaron a su ADN ciertas influencias del rock progresivo.

    La respectiva foto promocional: Smith y Orzabal

Las composiones que fueron surgiendo contenían un sonido más amplio y complejo, agudizando las líneas melódicas y los ritmos contundentes con calidez y mucha sofisticación pop. Asimismo, las letras maduraron al punto de sentirse conceptuales: si con su debut, el sufrimiento y la congoja eran evidencia de la superficie, ahora estaba presente, hasta cierto punto, un proceso de sanación; además de abarcar temas como el efecto abrasivo de la guerra, el desfalco financiero, la afectación del medio ambiente y la política de carácter simbólico. Así, junto al baterista Manny Elias, el tecladista Ian Stanley, y el productor Chris Hughes, quien ayudó bastante a modelar el resultado final, se editó Songs From The Big Chair, el 25 de febrero de 1985, convirtiéndose en un álbum referencial de la década y catapultando al grupo hacia el stardom de fama internacional.

junto a Stanley y Elias

El enigmático titulo se debe una película hecha para la televisión y novela de análisis biográfico Sybil, seudónimo de una mujer con trastorno de personalidad disociativo (16 personalidades en total), y la intensa terapía que recibió, en la cual, la silla de su psiquiatra sirvió como catalizador simbólico de un "sitio seguro". Orzabal Smith estaban tan fascinados con el tema, que percibieron en cada una de las ocho canciones incluidas en el álbum, una personalidad única que las definía tajantemente.

Presentándose en vivo pa´la foto

Así, otra virtud del álbum (además de su nítida producción y calidad minuciosa), son los éxitos apabullantes que lo conforman: la medular Shout abre con amplitud marcial y bombástica, cual si se lanzara un grito en medio del cielo. Su batería continente una propulsión industrial mientras los teclados exclaman esos silbidos tubulares tan reconocibles, desenvolviendo las vocales en un mantra psíquico que da paso al épico solo de guitarra.

Shout

The Working Hour es un rock glacial y portentoso, alzando pausadamente con rítmica quebrada, guitarras atmosféricas, saxofón dosificado y la voz de Orzabal chorreando dramatismo en dosis brillantes y taciturnas, mientras la letra critica a las discográficas que transforman el talento heroico y creativo, en un sistema manual de ganancias.

The Working Hour en vivo

Everyboby Wants To Rule The World es una de las canciones marca de los 80. ¿Quién no reconoce en automático el chispeo de los acordes iniciales y ese golpeteo conjunto entre la batería muscular y los sintetizadores abrasivos? ¿Quién puede quedar impasible ante sus melodías aterciopeladas y vocales efusivas? Todos quieren dominar el mundo y tal encomienda jamás fue más real.

Everyboby Wants To Rule The World

Mother´s Talk entra grandilocuente, impulsiva y pegajosa: una marcha constante de percusiones gigantescas, guitarras efervescentes, acción sintética cinematográfica y coros musculosos, ideales para corearse en estadios a cupo completo. Las letras resultan más inteligentes de lo que su propulsión pop permite escuchar: una extraña yuxtaposición entre la maternidad y la posibilidad de una guerra nuclear.

Mother´s Talk

I Believe es una balada tersa de piano, vulnerable y apasionada, de atmósfera nocturna y ensoñada, los acordes y melodías embarnecen conforme el arraigo vocal supone un escalofrío recorriendo la espalda, y nuevamente, el saxofón hace gala de singular intervención.

I Believe

La huidiza Broken recupera el impulso vivaz con sus matices progresivos y percusiones legionarias, si bien, resulta un corte breve, la fuerza conspicua que libera, es parte del reconocimiento cognitivo de sus autores, en el contexto de mediados de los 80.

Broken

Head Over Heels no representa ninguna tibieza, pues regurgita las poderosas melodías pop del corte anterior, edificándolas con mayor contundencia mediante capas de guitarra y teclados subalternos, coros zigzagueantes como carismáticos y una curtida ensoñación inolvidable; además de contener un fragmento de Broken, para concluir.

Head Over Heels

Listen es el corte más contemplativo, espeso y atmosférico, una delicia de coros empañados y coberturas de sintetizador luminiscente, yendo entre el vaivén solemne de las percusiones que gotean efectos de eco y cohesiones hondas. Las vocales resultan una pulsación discreta, que referencia la guerra fría, activa aún en esos días. 

Gracias a su fineza, Songs From The Big Chair es una pequeña epopeya artística que sobresale por su impacto aventurero, inteligente y maestría pop: si hablamos de los 80, éste álbum es un punto referencial necesario, legítimo y por demás entrañable. 

Tracklist:

1.- Shout

2.- The Working Hour

3.- Everyboby Wants To Rule The World

4.- Mother´s Talk

5.- I Believe

6.- Broken

7.- Head Over Heels/Broken

8.- Listen

Álbum completo en YouTube y Spotify 

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