STONE TEMPLE PILOTS – PURPLE (1994)

 


Durante los primeros años de la década de los noventa, el grunge se encontraba posicionado en los rankings y listas de preferencias de prácticamente todo el mundo. Esta modalidad de rock de acordes duros y actitud descarnada fue el identificativo para una generación venida del desencanto, a la que la proximidad del nuevo milenio no ofrecía sino mero desánimo.

Dado este contexto, en 1992 Stone Temple Pilots lanzó su álbum debut, el imprescindible Core, resultando un logro en cuanto a gustos y dividendos para los integrantes de la agrupación oriunda de San Diego: el vocalista Scott Weiland (quien dicho sea de paso, aun no se encontraba propiamente enganchado en las drogas duras), el guitarrista Dean DeLeo, el bajista Robert DeLeo y el baterista Eric Kretz se hicieron notar de la mejor manera, sin embargo, al seguir claramente la tendencia en su estilo (que si bien, no personalidad) recibieron una constante crítica que los consideró una mala copia de bandas reinantes en Seattle como Alice In Chains y Pearl Jam.

Lo anterior no es ni mentira ni secreto, su opus fue un depositario de experiencias tormentosas, viscerales  y riffs abrasivos revientan bocinas. Sin embargo, había algo ingenuo en ello, un logro a medias cuyo espectro no definía a la agrupación ni de lo que eran capaces. Dos años después, ello quedaría solventando al iniciar las grabaciones de su segundo esfuerzo discográfico, Purpleel cual, muestra dos cosas, primero, evitaron convertirse en una radio fórmula cíclica de la que no podrían escapar y segundo, se distinguieron como una banda digna de respeto a la cual había que escuchar con verdadera atención.

de izquierda a derecha: los hermanos DeLeo, Weiland y Eric Kretz

Echando mano de una tradición decorosa de melodías, el sentido lírico de sus composiciones obtuvo un serial de matices más definitorios: el edulcoramiento pop funcionó, y no sólo en la cuestión de posicionar los sencillos en la mente del escucha, sino en el mecanismo propio en sí: la ejecución, el desenvolvimiento, el engranaje con las letras, los compases certeros, las guitarras poderosas y la tan distintiva vocalización; sin duda, cada elemento conjuntó en un todo.

Imprimiendo un tono psicodélico a la ecuación, el tornado vociferante de melodías filosas no se hizo esperar: Meatplow abre con impulso virulento de riffs pesados, percusiones que levitan y el canturreo soporífero de un Weiland en plena forma. El deleite llega silencioso y explosivo con Vasoline un clásico inigualable de connotaciones metafísicas y existencialistas, vestidas con esa psicodélica reverberación en las guitarras fluidas que no pierden ápice de tiempo, la batería precisa y luminescente, además de las tétricas notas en el bajo que moldean el transcurso, aunque breve, grandioso y contundente, abriendo cancha a uno de los mejores trabajos vocales en la trayectoria de la banda. 

Vasoline en vivo

Lounge Fly abre la tempestad con sus acordes acústicos, compases cuneiformes y corrosivos riffs de efecto metálico, logrando un efecto cuando menos discreto, que no carente de lóbregas insinuaciones y entramado alucinógeno; lo cual da cuerpo y esencia distintiva a este corte, y que decir de la letra, por momentos tan desnuda y en otros críptica: concerniente a una batalla por la dualidad, por el entendimiento personal sin que deje de ser una lascerante epifanía. Interstate Love Song resultó ser, aunque no del todo inesperado, la canción más exitosa de la agrupación y no puede ser para menos: los riffs alargados de su machacante guitarra, la cadencia acogedora, la vocalización aledaña y simpática, esta es una narración transeúnte, resentida, no ajena a la oscuridad que nace de un corazón roto y sin embargo, resiste a pesar de la constante desesperanza que llega con el nacimiento del día. 

Interstate Love Song

Still Remains le da un respiro necesario a las emociones fuertes del álbum con su melancólico pronunciamiento, los excelentes arreglos abrazan esa extrañísima emotividad dentro del sonido muy a tema de las tendencias de ese año, que si bien trajo nuevas experiencias y alumbramientos que tocan lo sublime, también se caracterizó por la perdida de la inocencia y la muerte constante de los sueños. 

Still Remains en vivo

Pretty Penny bien podría ser la hermana gemela de Polly de Nirvana en su efecto acústico y narrativa desangelada (aunque debe mucho a los intrincados esfuerzos de Zeppelin fuera de la guitarra eléctrica). Sin embargo, dependiendo de la perspectiva con la que se quiera ver, este tema gana en cuerpo gracias a la incursión omnipresente de las percusiones, el bajo fragante y el juego diverso de panderos con sus etéreas sonajas metálicas. Silvergun Superman retoma las guitarras pesadas y circulares con puentes melódicos que afortunadamente no pierden octanaje, la batería se resuelve con abatimiento grandilocuente y la voz dota de brillo a la extraña letra donde interviene el desencanto vital, la indiferencia ante el paso del tiempo y la insinuación de masturbarse como herramienta para entretenerse. Big Empty es otro platillo fuerte, exuberante y oscura, una suerte de blues difuso y complejo a la vez, con guitarras potentadas, esa línea de bajo profunda y cadenciosa, los embates soberbios en la batería y por supuesto, la interpretación soberbia de Weiland, acerca de viajar en carretera de noche y tener conversaciones que matan. 

Big Empty estrenada durante su unplugged en el ´93

Unglued rompe el molde y vira a toda velocidad mediante riffs punzocortantes, galope manifiesto y vocales que patean la desidia con vigorosas arremetidas. Army Ants luce una línea más efervescente a través de sus lujosas percusiones fulminantes, el orbe acorazado que fusiona la guitarra con el bajo, formando un bloque soberbio y por supuesto, las aireadas vocales que complementan el ataque cruzado. Kitchenware & Candybars es un cierre difuso de implicaciones espirituales en su letra, con un bagaje de cuerdas y teclados como soporte para los embates duros de la guitarra, el bajo y la batería, formando una triada poderosa y sin embargo, entre lo críptico de su narrativa y el poco mérito esclarecedor, este cierre funciona sin ser memorable. 

Lo que resulta una curiosidad, es el track oculto, la pseudo jazzística 12 Gracious Melodies/My Second Album interpretada por un tal Richard Peterson con un estilo muy cercano al del mismísimo Johnny Mathis.

Editado el 7 de junio de 1994, Purple es una piedra angular, por momentos alienante, en otros sublime, posando sus puntos fuertes en ese acercamiento con el pop, a la par de mantener bajo el brazo, una distintiva personalidad extravagante, sexualizada y beligerante que allanaría aun más el trayecto a seguir. 


Tracklist

1.- Meatplow

2.- Vasoline

3.- Lounge Fly

4.- Interstate Love Song

5.- Still Remains

6.- Pretty Penny

7.- Silversun Superman

8.- Big Empty

9.- Unglued

10.- Army Ants

11.- Kitchenware & Candybars


Álbum completo en YouTube y Spotify 🐉

Comentarios

Entradas populares de este blog

DAVID SYLVIAN – BLEMISH (2003)

TALK TALK – IT´S MY LIFE (1984)

LOS TOREROS MUERTOS – 30 AÑOS DE ÉXITOS (1986)