INTERPOL – TURN ON THE BRIGHT LIGHTS (2002)

 



Con la llegada del nuevo milenio, aparecieron un puñado de referentes cuyo impacto abarcó desde la política internacional hasta diversas claves culturales, y fueron estas últimas, las que se alimentaron de la nostalgia por las últimas décadas del siglo XX. 

El revivalismo por la esencia sonora honda y turbia del post punk de principios de los 80, y cual idiosincrático manifiesto, fue manda de un gran número de agrupaciones jóvenes que brotaron e incluso, en casos más que identificables, se posicionaron en lugares privilegiados de los charts. 

Una de estas bandas que fungieron como punta de lanza y dignos representantes de la oscuridad palpable, son los neoyorkinos Interpol. Formados en 1997, el cuarteto se abrió paso a través de la escena alternativa, agenciado reconocimiento paulatino al grabar algunos EP´s poco publicitados pero que enmarcaban la veracidad de sus actos en vivo. 

La elegancia primero, de izquierda a derecha: Sam Fogarino, 
Paul Banks, Carlos Dengler y Daniel Kessler

Tras un periodo de convencimiento para los ejecutivos de Matador Records, la banda entró al estudios Tarquin, en Connecticut, para darle forma y vida a su primer álbum de larga duración, el cual, como un ejercicio de convencimiento y reafirmación de identidad musical, los llevó más lejos de lo que imaginaron.



Confirmando sus principales influencias en los acordes más evidentes en su sonido, Interpol como banda, configura una exitosa receta o mejor enunciado quizá, una pintura vanguardista de distintas abstracciones: el fantasma inquieto de Joy Division, la clemente paleta sónica de los Chameleons U.K., y la lucidez zigzageante de Television

El resultado fue bautizado como Turn On The Bright Lights, lanzado el 19 de agosto de 2002, catapultando a la agrupación hacia los reflectores de prácticamente todo el mundo; mismas que vaticinaron ya con el mero título de su opus, aunque este hiciera referencia no necesariamente a la luminosidad grandilocuente del triunfo mediático. 

Si bien, este debut es un plato consistente y distinguido, también se tiene enfrente un golpe visceral de emociones oscuras, conflictos internos e ironía que invita a no tomarse demasiado en serio ciertos aspectos por demás penumbrosos. 

La placa abre con la penumbra de Untitled, un virulento encontronazo del eco de las guitarras y el groove omnipresente del bajo, adicionando una esencia quejumbrosa perteneciente a la voz, creando esa atmósfera tan embelesadora como enigmática. Obstacle 1 confronta sus dramáticos estribillos con la resolución punk de los riffs y una dinámica gris exuberante; configurando la terrible anécdota como poderosa de lóbrego resentimiento. 

Obstacle 1

NYC es una abatida elegía a las calles, barrios y gente de la ciudad de Nueva York, tomando forma en una dialéctica de coros espectrales, rasgueos y sintetizadores herméticos, a la par de la desenvuelta rítmica amorfa de ecuestre hipnotismo. 

NYC

PDA galopa con brío enajenante, entre los fraseos monótonos y la intensidad mistificada en los riffs, la pieza gana fuerza conforme la infranqueable sensación de tragedia invade y clava su navaja con hermosa sutileza. 

PDA

Una espiral de misterio y desesperación se fragua con  Say Hello To The Angels, intercalando vastos riffs y golpes rítmicos que explotan con virulento ánimo de incertidumbre, la letra no ayuda del todo, ya que se mueve entre imágenes biográficas y una imaginería compleja que empañada. Hands Away es un corto y domado medio tiempo de arrepentimientos, aunque de humor poco obvio también; lúgubre en su haber, exuberante en ecos que armonizan la nublada atmósfera que oculta su melancólica refulgencia. 


Obstacle 2 es otra tormenta que centella con motivación propia: grandes riffs que conversan tanto con la disciplina como con el estruendo punk, coros y estribillos de repercusión enajenante, rítmica brusca y esa catártica como peligrosa sensación de febril destrucción. El épico y torturado relato en Stella Was A Diver And She Always Down resume las intenciones de la placa: dar luz a un torbellino de tensión, donde las guitarras y el control rítmico son armas cargadas que se alimentan con las remembranzas de una conciencia suplicante y derrotada, embarnecida con ominosa angustia.

Stella Was A Diver And She Always Down en vivo


Roland eleva la apuesta y escupe riffs punzocortantes de malévola intención y elegante cadencia, enunciando una ejecución envidiable, veloz, apasionada y engrosada con la extrañeza en la letra. La estupenda The New expande su misteriosa punción, y aunque hierve, se siente despojada de cólera. Aquí colinda la serenidad y lo visceral a través de una marcha metálica. Leif Erikson resulta una consagración exitosa del post punk más distinguido, la melancolía fluctuante y un amasijo de riffs envidiables, bajeo en espiral y esa reverberación impulsiva, que suele lastimar pero que también satisface.
  

The New en vivo

Enciende las luces brillantes es muestra apasionada de una tradición que se rehusa a morir, bien cimentada en el subconsciente colectivo, como vaticinio de una de las trayectorias musicales más importantes de los últimos veinte años. 


Tracklist:

1.- Untitled

2.- Obstacle 1

3.- NYC

4.- PDA

5.- Say Hello To The Angels 

6.- Hands Away

7.- Obstacle 2

8.- Stella Was A Diver And She Always Down

9.- Roland

10.- The New

11.- Leif Erikson

Álbum completo en YouTube y Spotify 👀


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