LOU REED – TRANSFORMER (1972)
La década de los sesenta fue el parteaguas favorito de los cambios premeditados. La debida evolución de la idiosincracia social se dio tan abruptamente como los diversos tumultos culturales que definieron a las generaciones siguientes. El eterno secreto a voces de los quehaceres de una diversidad acallada, esperaba febrilmente destaparse hacia la luz del ojo público, revelando los más tórridos y profanos deseos de la consciencia humana. Si bien, el arte siempre ha resultado un perfecto salvoconducto, los artistas son el vehículo de la erupción catártica, física o espiritual. Para Lewis Allen Reed la escritura y posteriormente, la música, fueron los salvavidas idóneos que aclararían la esencia en la que se convirtió: precursor de géneros tan variopintos como el noise , punk y una cantidad impresionante de proyectos que nacerían a partir de sus trabajos con The Velvet Underground. Sin embargo, fue su acometida solista el detonante para asentar un nuevo manifiesto de vida, el cual, ti