S.U.P. – ROOM SEVEN (1997)

 



De vez en cuando resulta conveniente prestar atención a las ventajas de escuchar música. Y no únicamente por el proceso químico de liberación de endorfina por parte del hipotálamo, dejándonos una sensación placentera en cuanto las vibraciones aurales entran en contacto con nuestros oídos.

Si proponemos esforzarnos un poco más, exigir tal cual se hace con otros aspectos en la vida, la experiencia puede brindarnos algo fuera de nuestra orbita conveniente, descubriendo uno que otro diamante en bruto que aporta a nuestras vidas y sorprende por su estupenda calidad. 

Lejos de explicaciones enrolladas, una de las agrupaciones del metal más interesantes de los últimos veinticinco años, y erróneamente alejados de los reflectores del mainstream, es S.U.P.  originarios de Francia; o también conocidos Spherical Unit Provided.



Instalados en un sonido que toma elementos del Death Metal, llevados al límite, junto a ciertos coqueteos con estructuras progresivas y de vanguardia, estos oriundos de Wallers, son mucho más de lo que uno podría esperar de un colectivo que toca con una intención visceralmente brutal de música malvada. 

La escritura en sus letras guía por una narrativa que envuelve diversas temáticas encausadas por la ciencia ficción, envolviendo aspectos de un meta relato superlativo: un discurso casi coral existencialista de desesperación, locura, ansiedad, venganza y conflictos de corte sociológico o personal.

Room Seven es el segundo esfuerzo discográfico en su haber, lanzado al mercado el 24 de noviembre de 1997, época de contexto curioso donde los desfiles de electrónica comercial de fiesta habían evolucionado a tal punto de escucharse en todas partes sin excepción, adicional de los retoños del pop más pegadizo, pronto a ocupar su lugar en el stardom internacional. S.U.P. lanzó un trabajo honesto e interesante, basado temáticamente en The Shining de Stephen King, donde se nota un proceso pulido y consistente de producción, e incluso una franca transformación con respecto a su primer álbum, Anomaly, de 1995 (ampliamente recomendado).




Deliverance recibe al escucha con una atmósfera opresiva de sonidos ambientales, estallando mediante riffs intrincados, vocales claras gélidas, coros rasposos y la embestida ominosa de la base rítmica. 




Bangs in My Head apuesta a lo grande con vocales frías que relatan este encontronazo confuso entre realidad y alucinación y soportada por guitarras abrasivas. El corte se toma su tiempo, incorporando un shaker en el tintineo entre las pesadas percusiones y en un osado movimiento, la estructura cíclica se transforma en un proceso hipnótico difícil de olvidar. 




Real Nature absorbe contundentemente un despliegue inteligente de riffs en la batería y guitarra, marcando un paso lento aunque diáfano entre las tesituras mordaces de la voz grave. My Heart on My Tongue tiene varias cartas fuertes, como su batería variante, el efecto abrasivo de las guitarras y el canturreo embaucador de trance pernicioso. La laberíntica Room Seven explota con riffs elípticos, potentes golpes de la sección rítmica y coros encapsulados que hilvanan una atmósfera que debate entre lo industrial y las construcciones expeditas del metal progresivo. Para este punto, el protagonista de la historia ha sucumbido por completo ante ese lado desconocido de su psique, acudiendo a una fuerza oscura que no duda en regirlo.




World of Cushions echa mano de las cualidades técnicas de sus perpetradores, creciendo con cierta atmósfera sintética y el rugido flamígero de las guitarras de punteos melódicos, adicional de retomar las vocales rasposas que integran el impenetrable muro de sonido. 




A Blue Sweetness eleva la apuesta con su mezcla de voces y la diligencia melódica en las guitarras, el galope recatado en la batería, añadiendo bajeo hondo, en este cause de destrucción psíquica. 



The Calling es un embate mortuorio de riffs malignos y acompasada rítmica que se hunden pastosos, emancipando los solos y versos se visten de mantra supra terrenal. Snake Eyes resucita el ánimo con brío, vocales hipnóticas y batería sublevada, es perceptible la diligencia proveniente del rock gótico de los ochenta, aunque con un bajo más pesado y la colocación de las guitarras atrás en la mezcla, aportando filo a la atmósfera.




The Fall is Too Long por el contrario, permite a la resonancia crujiente de las guitarras tomar frente, con una variada encomienda de voces rasposas, riffs de batería atronadores, mientras el declive mental del protagonista retroalimenta el aislamiento social que sufre.



Fallacy exprimer su serial de poderosos riffs cíclicos, la dinámica de la batería y el efecto metálico del bajo emparejan la tempestuosa sensación cataclismica en la historia. El plato concluye con la soporífera Imaginary Life de marcha lenta y delirante, entre riffs encausados al ocaso y susurros venidos de un asilo mental que deslinda realidades: ¿Cuál es el auténtico estado de vigilia y cuál el sueño que atrapa entre sus muros acolchados de dorado desapego?

Room Seven es de escucha necesaria, sea que se llegue a el por primera vez, o como un rescate casi arqueológico de una placa que conjuga sonidos post industriales, lírica compleja y robustos arreglos de la mejor expresividad musical a mediados de la década del noventa.

Tracklist:

1.- Deliverance 

2.- Bangs in My Head

3.- Real Nature

4.- My Heart On My Tongue

5.- Room Seven

6.- World Of Cushions

7.- A Blue Sweetness

8.- The Calling

9.- Snake-Eyes

10.- The Fall is Too Long

11.- Fallacy

12.- Imaginary Life


Álbum completo en YouTube y Spotify 💥

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