QUEENS OF THE STONE AGE – SONGS FOR THE DEAF (2002)

 


El mayor regalo que Queens of the Stone Age le brindó al mainstream musical, fue adherir en sus chats las virtudes adictivas del rock desértico y “pacheco”. Una inmersión extraña dentro de la cultura pop, sobre todo en los primeros años de los dos miles donde las boy bands y Britney Spears gozaban de un nivel de dominación mundial, sin embargo, las instancias mutantes del underground mejor que vivas, planificaban su propio plan de conquista.

Sin lugar a debate, el merito se lo lleva el líder y cabecilla de la agrupación californiana: Josh Homme se ha convertido en una de las figuras clave cuando se habla de rock pesado. Sujeto de ánimos socarrones y creatividad versátil, se acompañó casi desde el principio por su comparsa en desfiguros lisérgicos, además de reveses musicales, Nick Oliveri, amplio conocedor de las remesas de riffs y ritmos voluminosos con senda pastosidad armónica, almas gemelas en el mismo viaje de correrías salvajes que se colman de drogas duras y sexo desenfrenado.

embarcados para una nueva aventura...

 Ambos militaron durante los primorosos noventa en la ya legendaria Kyuss, ejemplo desinhibido de la incursión sónica de parajes inhóspitos y de espectro lisérgico. Cuando tal agrupación se disolvió como un cuadro de ácido sobre las papilas gustativas, Homme fue suscrito por los Screaming Trees como guitarrista de apoyo en su gira de 1996 y cuando estos también formaron parte del cementerio reciente del rock, resultó el momento idóneo para formalizar su propio camino. Así, un álbum homónimo fue grabado en 1998 casi en su totalidad por Homme, convirtiéndose automáticamente en objeto de culto, y su tal su grado de aceptación que permitió la llegada de Rated R en el 2000, impulsando a la banda a una línea blanca de gozoso estrellato.

rasposos, psicodélicos, telúricos...

Sin embargo, el auténtico plato fuerte llegaría justamente con la placa de 2002 “Canciones para los sordos”, colección enriquecida en disipación, mayormente lograda a nivel compositivo y musculosa en riffs y melodías entrañables. Algo constante en Queens of the Stone Age por aquella época era su fluctuante alineación, de la cual sólo el indiscutible líder (Homme) y el motor desaforado (Oliveri) eran los valores constantes. A la sumatoria entrarían al campo de juego Dave Grohl, quien gozaba de un ligero respiro de Foo Fighters, tras la batería; y Mark Lanegan con una participación especial como vocalista. A estos, podemos mencionar como involucrados esenciales, tanto en estudio como en presentaciones en vivo, a Alain Johannes, Natasha Shneider, Dean Ween, Chris Goss y Paz Lenchantin.

Editado el 27 de agosto, sin duda el álbum es interesante desde su estructura, cuasi nostálgica por las estaciones de radio diurnas donde solían escucharse las propuestas más enrarecidas de rock pesado. Su vibra es refrescante, sobre todo, a veinte años de distancia cuando las plataformas digitales han prácticamente desplazado los medios tradicionales; aunque estos dediquen sus últimos y hondos suspiros a mantener lo que queda de su precaria vida.

en medio del desierto...

You Think I Ain't Worth a Dollar, But I Feel Like a Millionaire ataca con una densa descarga de riffs y machacante batería, Oliveri lleva la batuta de la voz principal, aventando feroces rugidos de vicioso estrepito. 

Millonarios...

No One Knows es uno de los cortes más deliciosos, con su ya bien conocida dinámica acompasada de ritmos saturados y guitarra enervante, Homme dirige con su cálido tono que destila una ventisca de misterioso lamento, al tiempo de permitir el maravilloso estallido sónico durante el estribillo. 

nadie sabe... ni sabrá...

First It Giveth es un corte eminente de dinámica ventosa, volviendo su melodía hacia un tono mucho más cínico a través de los acordes duros y directos, bajeo reiterativo, en este amasijo de comercialidad rasposa, enigmática y brutal. 

en primero en dar, es el primero en pedir...

Song For The Dead arranca con acordes distorsionados y redobles que emergen a galope turbo, cortesía de un inspirado Grohl y esa nebulosa fantasmagoría en la voz beoda de Lanegan, convirtiendo este pesado corte en un terrorífico homenaje de todo el Stoner rock habido y por haber, tomándose su tiempo para colmar al escucha con guitarras telúricas de solos boogie y coros espectrales. The Sky is Fallin´ es otra obra maestra que emerge desde el más descarnado enigma de flatulencia lisérgica, golpeando con riffs y compases cortados, texturas de cuerdas y teclados furtivos que enriquecen su atmósfera asfixiante como el efecto de una dolorosa inyección letal que entra directo al cerebro a través de los oídos; turbia y contundente, resultando en pura maestría malevolente. Six Shooter retoma el lado más excesivo de Oliveri y aunque breve, no deja espacio para respirar al tratarse de una bomba de metralla que pareciera tener vida propia, preparándose cautelosamente a matar. La neblinosa Hanging Tree vuelve a ser comandada por Lanegan quien se permite enmarañar un serial de imágenes enrarecidas (que quizá denoten un suicidio) y guitarras incrustadas de alto octanaje sobre una sección rítmica que fluye a intrincado placer y codiciosos desplazamientos de riffs punzantes.

colgando de un árbol...


Go With The Flow ingresa a toda velocidad permitiendo a Homme vociferar acerca del acto sexual de manera casi naturalista. Cómo olvidar su introducción de batería y piano, brillantes guitarras: una con sucia resonancia y la otra en plena acción de requinto virtuoso, en tanto la batería es un relámpago que azota, ganando musculatura al ser abrazada por el bajo. 

dejándose llevar

Gonna Leave You es otro rock desértico y directo de impetuoso desamor, casi una advertencia cuyo cinismo nos deja aplaudiendo, gracias al épico repique de la batería y las guitarras de rocambolesco parecer. Do It Again es un galope que rememora el rock duro de los setenta, con sus variopintos martillazos de tambor, coros supraterrenales y guitarras superpoderosas. God Is In the Radio reboza de fuzz en el bajo y guitarras, un espeluznante dialogo impregna la letra, al tiempo que vibrantes tintineos repercuten con una especie de traslación hipocondriaca de demencia y resonancias para psicodélicas. 

Dios anda en todas partes

La impetuosa Another Love Song parece salida de una película de terror de los años sesenta, presentando tétricos teclados, riffs descompuestos de rock psicodélico acercándose al formato de canción pop con repercusiones distorsionadas. Song For The Deaf concluye con enérgico poderío, guitarras de carácter inhóspito y batería monstruosa, el bajo fornido marca una pauta en tanto se enarbola una atmósfera verdaderamente espectral, con supuestamente, una especie de extraño experimento meta sonoro: la canción contiene frecuencias especificas que solamente las personas con discapacidad auditiva pueden percibir.

Bonus Track: la versión estándar del álbum incluye Mosquito Song pieza acústica y melancólica, un gozo rotundo que cierra de manera sombría y artesanal.

 


Songs For The Deaf es un hitazo imperdible, una escucha obligada y must have para cualquier colección discográfica que se respete. Ganando por puntos, su escala es verdaderamente eminente, un punto de inflexión en la trayectoria de la banda, quienes continuarían mutando sin perder la identidad ganada con este álbum.  

Tracklist:



3.- First It Giveth




7.- Hanging Tree

8.- Go With The Flow



11.- God is in the Radio



14.- Mosquito Song


Álbum completo 👹 en YouTube y Spotify

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