CAIFANES – EL SILENCIO (1992)
Entrada la década de los 90, el rock
en español tomó un nuevo suspiro que le generó excelentes expectativas (y
números por igual). Una de las agrupaciones que encabezó las apuestas y listas
de éxitos en México y Latinoamérica, a la par de Soda Stereo, por
supuesto, fue Caifanes; de quienes se hablaba en todos lados y gozaban de
una afilada popularidad.
Para 1992, la agrupación tenía un
cumulo nutrido de canciones nuevas que pronto verían luz, enardeciendo los
ánimos de sus seguidores por contar con un próximo álbum y era muy propio de
aquellos años, que la ansiedad por tener un LP en cuestión dentro de la
colección personal fuese motivo suficiente para asegurar buenos dividendos,
apoyándose claro, de la consiguiente gira de apoyo, lo cual no hacia otra cosa
que alimentar la venta de todo tipo de parafernalia y discos.
Sin embargo, el camino hacia El
Silencio, no sería placentero. La formación del grupo se mantenía: Saúl
Hernández en voz y guitarra (principal compositor, típico caso de presencia
gobernante que no admite recomendaciones, criticas o canciones externas a su
autoría), Diego Herrera en teclados y saxofón, Alfonso André en
la batería, Sabo Romo en el bajo y Alejandro Marcovich en la
guitarra líder; conjunto de excelencia cuya dinámica efervescente es aún
recordada. La relación entre ellos comenzó a volverse áspera, aunado a su consumo
progresivo de drogas.
Para la grabación de este tercer opus,
llevada a cabo en los estudios Royal Recorders, de Lake Geneva, Wisconsin, Caifanes
buscó seguir los pasos de Héroes del Silencio y Soda, al
establecer un músico anglosajón como productor de su álbum, contratando al
mismísimo Adrian Belew de King Crimson. Este hecho, parece
confundir a cierto tipo de escuchas, quienes consideran fallido el trabajo de
la dupla, al no encontrar la suficiente influencia de Belew en el sonido
de la agrupación mexicana, despojado de los cambios imprevisibles y virtuosismo
del rock progresivo; empero, estos elementos jamás estuvieron ni por asomo en
los planes de los involucrados.
El productor se concentró comprender,
respetar y maximizar la personalidad sónica de los mexicanos, quienes
nuevamente, presentan por delante su raíz idiosincrática de florituras
tradicionalistas. Y cada elemento está colocado con estupenda precisión, desde
el respectivo mestizaje de melodías regionales en el espectro del rock.
Bien el nombre del álbum pudo ser “El
Equilibrio”, pero se decantaron por uno atmosférico y particularmente etéreo. Publicado
el 29 de mayo del 92, el concepto refiere a “silenciar” las dificultades,
viéndolas como un periodo a transcurrir y superar. Aunque también resulta
verdad, que la mayoría de las canciones refieren fuertemente a las drogas, más
como un aspecto de alterar la consciencia en pos de un descubrimiento tántrico,
el aspecto degenerativo también grita con desusada angustia.
Metamorféame se desenvuelve a través de su bajeo contundente, teclado aterciopelado, guitarras chillantes, cuadrilla de metales osados y un griterío casi inhumando de alucinaciones lisérgicas.
Nubes es un desenfadado cruce de metales celestes, intrincados riffs y sabor de rítmica inolvidable, ejemplo expedito de las cualidades bailables de nuestra tierra.
Piedra retoma la pesadumbre existencial, evidenciando la afectación del consumo desmesurado de Saúl Hernández por la sustancia que titula este galope de fluidos riffs de guitarra, bajo melódico y percusiones saltarinas que ponderan hacia un estrambótico canturreo de música banda. Tortuga es un corte espeluznante y fatalista, avanzando con el dejo sufrido de la voz, guitarras de secuela fantasmal, pasos percusivos hipnóticos y ese teclado espeso que sazona con frío desamparo.
La colosal Nos Vamos Juntos revienta con furia, reverberando con tibias armonías y lóbregas apreciaciones en una impensable disociación (de una relación de pareja o la interacción entre los miembros del grupo), logrando instantes épicos en su guitarra acuática, teclados enervantes y rimbombante letra de fibra bucólica.
No Dejes Que… brinca al oído como una de las rolas más reconocibles de los Caifas, diáfana y honesta, refiere nuevamente al vicio que atrapada y destruye, un fluctuante allanamiento de piano regurgitado, su cálido solo de guitarra interviene en el grito de auxilio que irreductiblemente enamora.
Hasta Morir es un relato siniestro que confabula punteos cristalinos de guitarra, cautas percusiones e imágenes lóbregas de taciturna esencia, una derivación maliciosa que seduce. Debajo de Tu Piel es una de las mejores piezas en el plato, una convergencia de ritmos y versos trasparentes, un cauce lisérgico que barniza el colorido efecto de los teclados y guitarras.
Debajo de Tu Piel
La cálida Estás Dormida es otro relato desesperado que busca la salida ante una situación complicada, tal vez una relación afectiva que excede el plano terrenal; sobresale la brillante ejecución de Marcovich en las guitarras y el apasionado solo de saxo cortesía de Herrera. Miércoles de Ceniza es una interesante amalgama de introducción electrónica, guitarras fatuas y juguetones teclados, vistiendo una fábula encandilada a la tradición eucarística de portar una cruz de ceniza en la frente, cuya conclusión incendiaria rescata el ímpetu rockero de la agrupación.
La penumbra de El Comunicador se escurre parsimoniosa, entre riffs chorreantes de pedal wah wah, el denso golpe de la batería y febriles malabares de saxofón, Hernández enarbola una puntiaguda crítica a los medios de comunicación masiva y a su rostro imperante al que todos siguen, enalteciéndolo como un mesías. Para Que No Digas Que No Pienso En Ti posee un agraciado y divertido trote, posee un tono relajado y vocales limpias, la guitarra dirige sin resentimiento mientras su sección rítmica se desviste en eco desmesurado, mención aparte, la letra, una mixtura de imágenes causi psicodélicas de efectos sentimentales.
Vamos a Hacer un Silencio concluye el álbum de forma monumental, esta
pieza es el epítome perfecto para comprender dos factores: el talante
compositivo de todos los miembros del grupo, como ejecutantes y compositores; y
el estado mental por el que atravesaban, prefiriendo evadir la inestabilidad que
le puso fecha de expiración a su trayectoria.
Para la edición en cd, se añadió Mariquita, un coloquial y breve jarocho que milita en lo metafísico perfilándose con percusiones robustas.
El Silencio es un
álbum atmosférico donde converge la inspiración y el derroche de talento en una personalidad definida: el mejor
momento y obra de una de las mejores agrupaciones mexicanas.
Tracklist:
1.- Metamorféame
2.- Nubes
3.- Piedra
4.- Tortuga
5.- Nos Vamos Juntos
6.- No Dejes Que...
7.- Hasta Morir
9.- Estás Dormida
10.- Miércoles de Ceniza
11.- El Comunicador
12.- Para Que No Digas Que No Pienso En Ti
13.- Vamos a Hacer un Silencio
14.- Mariquita



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