JARBOE – THIRTEEN MASKS (1991)
La radicalidad no es una palabra que deba utilizarse a la
ligera. En mi experiencia no existe un mote o usabilidad precisa o estática que defina la radicalidad, la hay, en varias presentaciones, contextos y
situaciones que no siempre involucran un sentido de brutalidad o inhumano.
El hambre artística continuamente
estimula esa búsqueda, en ocasiones implacable, sin embargo, también concluye en
buenas intenciones con un resultado que no sustenta la falta de imaginación. La
música comercial o de gran difusión es un ejemplo muy nítido de lo anterior, pero,
¿Qué sucede en cuanto a expositores que se mueven en la periferia de lo
alterno, de las imaginaciones abstractas y una personalidad, casi misántropa?
Jarboe La Salle Devereaux, o autonombrada
solamente como Jarboe, es bien conocida por haber integrado las
filas de una agrupación verdaderamente radical, los implacables Swans,
siendo incluso una de las cabezas principales en la composición y ejecución de
sus ominosos retumbos. No siendo suficiente para ella, buscó una alternativa
para destacarse libremente, exponer su propia voz de manera desencadenada
mediante una nueva narrativa de sonidos encontrados. Aquí viene uno de los
auténticos significados de la radicalidad: ser único, constante y salirse con
la suya.
Echando mano de la tracción
experimental de algunos adjuntos musicales, compuso un manojo de temas que bien
se sienten como la evolución sónica ininteligible del Marble Index de Nico.
Grabado y editado durante 1991, el álbum debut de la artista, Thirteen Mask,
resulta una afrenta gozosa y extraña hacia un establishment hegemónico que sólo
beneficia a quienes ceden ante sus pretensiones. La producción corrió a cargo
de la misma Jarboe, acompañada de su pareja de entonces, el inefable Michael
Gira, orientando el sonido de la placa hacia los confines de un abismo cuyo
retorno es una ilusoria cordura, o, la demencia enmascarada con una variedad de
sonrisas de atroz granulado.
El trabajo musical de la oriunda de
Mississippi es mero reflejo de su porte físico desafiante, mirada gélida y
facciones duras, el poderío escalofriante de su voz resulta el salvoconducto de
sus deseos enjaulados, librando un imaginario fantástico, terrible y
maravilloso, tan inquieto que resiste permanecer fija en un lugar para no ser
encasillada, para evolucionar sin tibieza, abrazando la oscuridad y el misterio
que surge de la naturaleza como si poseyera brazos de hierro.
“Trece Máscaras” inicia con Listen, un melódico canturreo que deviene del enigma inconcebible, motivando su tono delicado con tintineos en claroscuro y arreglos de cuerda que parecen perdidas en un delirio profundo. Red se interna agresivamente en el hip hop, auspiciado con percusiones industriales abrasivas; el brillante trabajo vocal de la cantautora supura estoicismo por encima de los efectos, guitarras y teclados que generan una gruesa pared de ruido. A Man of Hate Lord Misery presenta ensangrentadas melodías vocales que viran a viento contraído por texturas arabescas, cuerdas procesadas y el eco sombrío de un clavicordio, cuyo barroco susurro embarnece la de por sí enrarecida textura sonora. The Believers corta el aire con su bajo y ritmos sintetizados, en tanto los versos diligentes de Jarboe profesan un argumento gótico, que engrosa sus ímpetus a través del órgano y un exuberante ruidismo sirviendo como respaldo tempestuoso.
The Lonely Voyeur inyecta calma con su cálida guitarra acústica, mientras la atmósfera se torna lúgubre, muy al estilo de la bella ensoñación de Mazzy Star; armonizando una letra que se desviste en crueldad. The Never Deserting Shadow enardece en un impulso folk arabesco, cuyas melodías vocales viran hacia un tono optimista y contundente en su percusión cauta. Wooden Idols previene de la esencia experimental taciturna que luego se vertería sobre la electrónica de finales del milenio, pero aquí, se inmiscuye en un órgano gótico y el impulso soporífero de Jarboe. La extrañamente tierna In an Open Sea renueva la calma con su folclor encantado que surge del oscurantismo vanguardista: guitarras acústicas y teclados conjugan la atmósfera reveladora de su letra de enigmática poesía. Shotgun Road funciona perfecta como el blues sustraído de alguna novela de gótico sureño estadounidense, poseyendo resonancias en claroscuro y el espectacular dominio de Jarboe en su diligente susurro. I Got a Gun quiebra la somnolencia con sus percusiones inquietantes y repetición turbadora, sobresale la resonancia hueca del bajo metálico y una perdida guitarra, en tanto la artista recita de manera espectacular un serial de visiones sugestivas que bien recuerdan a su trabajo en Swans.
Of
Ancient Memory es una pieza de auge asertivo que se acompaña con ligeros
rasgueos y variaciones vocales tan paradisiacas con aniñadas, exponiendo del
talento e imaginación tenebrosa de Jarboe. Reaparece A Man of Hate en
una versión alternativa y disfrutable, con aire de folclor medieval y vocales
diáfanas. En Freedom erupciona la experiencia electrónica presente en
los primeros temas, violentando la de por sí enrarecida atmósfera con una
galería de aguerridas voces empoderando este casi mantra. La placa concluye con
la maravillosa Cries (for Spider) una reestructura de cremosa auralidad
proveniente de Swans y aderezada con tintes folk transparentes, vocales asombrosas,
sintetizadores lumínicos y una promesa reverberante que avanza más allá del
horizonte ensoñado.
Con cierto apego a la nostalgia rural
y el ímpetu invencible del aura femenina, Thirteen Mask es un debut de
escucha hiper necesaria, donde Jarboe comenzó a desmarcarse de la
ominosa lobreguez del postpunk, abrazando cariñosamente el sinfonismo pagano de
Diamanda Galás, Coil y Psychic TV, para repercutir directamente en
futuras novedades como Xiu Xiu y Lingua Ignota.
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