SONIC YOUTH – SONIC YOUTH (1982)
Antes de la maestría rocambolesca de
sus guitarras chillantes, galopes machacantes y tonelajes de capas
distorsionadas de las cuales, sabrían domar con extraña técnica muy cercana a
la perfecta ejecución, este material muestra el muy poco divertido, aunque
concienzudo carisma que detonaría su ánimo de invención, torciendo las reglas hasta
coronarse en un brioso estilo tan copiado como reconocible.
Fusionando varios matices de aura
dionisíaca, el sonido resulta desconcertante incluso para los fanáticos de la
agrupación, acostumbrados a las estructuras más uniformes de sus últimos
trabajos. Sin embargo, la exploración emprendida, tanto por la agrupación como
por el escucha atrevido, resulta en una especie de epifanía que se enrarece
casi en automático, pero al mismo tiempo nutre de una “nueva” modulación aural.
La placa inicia con The Burning Spear de enérgica influencia funk, disolviéndose entre capas disonantes que fluyen por el chillido de las guitarras. I Dreamed I Dream es un oscuro corte de tintineos No Wave, cuyas guitarras se transforman en una cobija sofocante que entrecorta el eco post punk de la base rítmica, adicional, el trabajo vocal de Kim Gordon resulta amenazador, complementado estupendamente con las intervenciones fantasmales de Lee Ranaldo. La tribal She Is Not Alone parece emerger del género casi fantástico de la “death disco”, con su jornada minimalista y punteos cristalinos en las seis cuerdas, mientras Moore decora con su timbre meloso y letra bulliciosa. I Don´t Want to Push It revienta con rasgueos metalizados, convirtiéndose al poco tiempo en una correría salvaje en claroscuro de atmósfera primitiva y vocales pulmonares. La instrumental The Good and the Bad, busca emparejarse con los mejores momentos de la ruptura post punk, caracterizando su bajeo contundente y batería somnífera, en una marcha inmisericorde que divaga entre las reminiscencias inicuas de The Pop Group y el enaltecimiento muscular de Wire; permitiendo que las guitarras hilvanen una impenetrable red textural semejante a las sinfonías de Branca, sobrecargando los sentidos con una ilusoria impresión de oscura grandilocuencia.
La versión remasterizada de este trabajo, acaecida en 2006, incluye varias pistas adicionales que bien merecen escucharse con detenimiento, la mayoría registradas en vivo: Hard Work recubre con el ominoso krautrock de Can, una marcha densa hacia ningún lugar, mientras Where the Red Fern Grows vaticina el ensombrecimiento del punk underground, desatándose con discreta rabia e impregnando a bandas de la talla de Nirvana. Cosmopolitan Girl permite a Gordon sobresalir tras el bajo con su voz y letra audaz, en este corte de mixtura compleja y bailable, acercándose a las estéticas de agrupaciones como A Certain Ratio o Josef K. Loud and Soft explota con ensordecedora disonancia que aprieta a fondo el acelerador de la batería y permite a las guitarras extender lóbregos chillidos fastuosos y espectrales por igual. Destroyer es otra pieza instrumental, injustamente olvidada, que bien merece el aprecio de la colectividad gracias a su trote enervado y texturas experimentales dilatadas.
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