CORNELIUS – FANTASMA (1998)

 


"un lecho supersónico de texturas que enarbolan el imaginario de fantasía nipona".

Un efecto que aprendí por escuchar una gran cantidad de música, es no menospreciar géneros, estilos y “fórmulas” ajenas a mis preferencias personales. Cuando adolescente, esta práctica me era común, yendo por la calle o en el transporte público renegando la descomunal cantidad de sonidos que encumbraban por doquier y que en mi propia inexperiencia, me parecían desvergonzadamente fútiles. Poco a poco sensibilicé con ciertos elementos, construcciones e incluso instrumentos que vuelven toda la música (o sus intentos) digna de apreciarse. Y justo en uno de los viajes por la supercarretera sónica, en algún punto de descanso, bebiendo una taza de té caliente, degustado algún alimento que ya no recuerdo, pasando deprisa las páginas de una revista musical de mi vasta colección, descubrí al artista japonés Cornelius.

Keigo Oyamada/Cornelius o cómo algunos críticos occidentales lo han llamado, "un Brian Wilson moderno” o "el Beck japonés”, es un músico multiinstrumentalista, productor y freak de tiempo completo, un alma gemela con quien emparejar esta necesidad apremiante de sonidos, ritmos, investigación y vanguardismo musical trastocado entre la mutación invariable de melodías que enganchan y jamás decepcionan. Esto no quiere decir que su obra sea impenetrable o accesible, su mérito más importante resulta en una muy propia singularidad.

Gracias a la invasión que sufrió occidente por parte de la cultura pop japonesa a mediados de los noventa, cosa palpable, en menor medida, durante los últimos años de la década del ochenta a través del cine y animes, un sector conoció y popularizo la Shibuya Kei, género altamente entrañable que ganó gran reconocimiento al meszclar fuertes dosis de pop, jazz, electrónica y carisma nipón. Cornelius se encuentra en una de las cimas, adicional de agregar piezas experimentales que generan este imaginario casi fantástico de texturas y capas sonoras enarboladas con maestría.

Echando mano de sus influencias occidentales, Cornelius toma partido de las características que hicieron grandes a los Beastie Boys: capas armónicas de gran agudeza pop y golpes de hip hop que se transforman automaticamente en afiladas puntas de distorsión, empatando quizá con My Bloody Valentine, sólo para ingresar a la dulzura sesentera cortesía de los Beach Boys. 

Fantasma es su tercer álbum de estudio y logra sentirse como la culminación de algo: un pico supremo y/o montaña sagrada. El álbum tuyo dos fechas de salida: el 6 de agosto de 1997 en Japón por medio de la disquera Trattoria y 24 de marzo de 1998 a través de Matador en Estados Unidos e Inglaterra. Grabado y producido tal cual aparecen las canciones en orden dentro de su respectivo tracklist, utilizando, para captar la debida intencionalidad, grabadoras digitales de cinta magnética.

La grandeza del álbum resulta patente en su estética de modulado desenfreno. Mic Check es un “testeo” de sonidos ambientales superpuestos, casi como una especie de broma palurda, ingresando una paleta de ritmos mecanizados hip hop que se endulzan con teclados, tornamesas y una reiterativa vocal que gira desnuda en principio, hasta coronarse en efectos robotizados y texturas de cadencia exquisita. The Micro Disneycal World Tour echa mano de coloridas capas de sintetizador, arpas, guitarras y sonoridad vocal que embarnece a punta de ritmos infantiles, potentes redobles de batería, texturas grandilocuentes y ensoñadas yuxtaponiendo un encuentro divertido entre la experimentación de vanguardia y el pop ultra pasteurizado. 

New Music Machine muta a la velocidad de la luz en una diáfana afrenta de garage rock análogo que fulgura a sazón de sintetizadores cismáticos, manipulación estática de cintas y vocales moduladas que derriten al instante. Clash inicia con sonidos de ambiente y un loop circunspecto que nos lleva a través de texturas calmas que explotan en el ojo de una hecatombe de percusiones, platillos y capas vocales que no rompen su melodía hasta diferenciarse con el color máximo del cielo. Un golpe contundente y edulcorado, sin duda. Count Five or Six despabila los ánimos con sus enérgicos embates de guitarras metálicas, rítmica pesada y galope de incontinente furia. Se agrega su conteo mecánico y las ya meritorias capas vocales que fluyen con transparencia, dejando que los desplantes guitarrísticos taladren a discreción. 

Magoo Opening recarga de una transición radial y sonoridades sintéticas, además de un monologo digno del planeta de los simios, tan sólo para versionar, la simpática pieza de apertura del viejo programa de Mr. Magoo, elevándola a la décima potencia con rijosas descargas eléctricas. Star Fruits Surf Rider es una oda de sintetizadores psicodélicos, sensuales texturas y un dejo esencial de sentimentalismo japonés, en tanto el canto monótono de Cornelius se escolta de una discreta guitarra acústica y desviviéndose en una aglomeración de exquisito caos sonoro de percusiones programadas, procreando un serial de atmósferas resplandecientes que grupos como The Flaming Lips promueven mucho en sus álbumes actuales. Chapter 8 “Seashore and Horizon” es un corte que vira de lo campirano hacia el folk psicodélico, aderezándose con efectos de cintas, vocales que chorrean dulzura y un ánimo poderoso de contemplación somnífera. 

Free Fall regresa al rock contundente que recuerda los mejores momentos de agrupaciones shoegaze aunque reemplazando la economía del ruido por texturas vocales y complacencia pop. 2010 se despliega con programaciones de jungle y sintetizadores efectivos que parecen musicalizar un videojuego de ciencia ficción esquizofrénica. God Only Knows extiende un enorme y atmosférico rock espacial de efectos intrincados, gruesas capas vocales colmadas con melodías coloridas, muy cercano a la finura de los Beach Boys y una extraordinaria disonancia temperamental a la The Jesus and Mary Chain que recrudece y se amplía de manera soberbia. 

Thank You for the Music resulta un hiperactivo collage sónico, inyectando alegría y acción que bifurca hacia una galería de instrumentos, de forma muy similar a Beck, y en ocasiones, a los mejores rasgos pop de los Beatles durante el Sgt. Pepper. Fantasma concluye el plato, tal cual debía ser: vocales que aúllan sin estrepito, encausando las melodías hacia un despliegue transparentemente luminoso.

Fantasma es un álbum extraordinario, ardiendo en una llamarada que funde las emociones más racionales con percepciones auténticamente primitivas; vigorizando los sentidos y permitiendo conocer una gama de sonidos que hilvanan la sacrosanta búsqueda de la nueva música.


Tracklist:

1.- Mic Check

2.- The Micro Disneycal World Tour

3.- New Music Machine

4.- Clash

5.- Count Five or Six

6.- Magoo Opening

7.- Star Fruits Surf Rider

8.- Chapter 8 “Seashore and Horizon”

9.- Free Fall

10.- 2010

11.- God Only Knows

                                                12.- Thank You For the Music                                               

13.- Fantasma

Álbum completo en YouTube y Spotify 👻🎤

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