THE ROLLING STONES – STICKY FINGERS (1971)
Con una trayectoria tan sólida como controvertida, los Rolling Stones
dieron la bienvenida a la naciente década de los setenta con el álbum que bien
podría ser, muy fácilmente, la cúspide artística de toda su carrera. No es un
atrevimiento reconocer este “Dedos Pegajosos” con tal investimento, ya que
condensa los mejores aspectos musicales de la banda inglesa, además de entrever
una serie de circunstancias contextuales y de contenido lírico, que lo
convertirían en una placa sustancial del rock n´roll.
Las grabaciones iniciaron a finales de 1969, contando con el trabajo arduo de la agrupación, integrada, por supuesto, por los infalibles Mick Jagger y Keith Richards, quienes ya contaban con pleno control, no sólo de la composición, sino de cada aspecto comercial, incluyendo la publicación de todo nuevo material, después de librarse de antiguo representante, Allen Klein y de su anterior disquera, Decca Records. Y claro, no es posible pasar por alto la presencia de Bill Wyman trabajando extraordinariamente el bajo, y la gran batería de Charlie Watts. Como novedad, se añadió el enorme talento creativo del guitarrista Mick Taylor, quien participó de forma muy somera en Let it Bleed (1969).
Con la libertad de asignar en primera instancia sus ideas, el diseño del
álbum también conllevó un trabajo memorable. La fotografía fue tomada por Andy
Warhol y fue Joe Dallesandro quien prestó la pelvis, tanto con
pantalón como sin el. De igual forma, aquí hace su primer aparición el legendario
isotipo de la banda: los gruesos labios por donde se filtra la lengua
centellante; en una colaboración entre Jagger y John Pashe que
obviamente, fueron inspirados en el cantante. El titulo de
la placa resulta una especie de doble sentido/insinuación de corte sexual, muy
al estilo desfachatado y cínico de los Stones. Y sería absurdamente
ingenuo esperar otra cosa.
Publicado el 23 de abril de 1971 bajo su propio sello, Rolling Stones Records, el álbum, cuyo 50 aniversario avala su trascendencia, abre con la espectacular Brown Sugar, una mezcla trepidante de rock y blues, con riffs saltarines y una base rítmica vigorosa. Su letra pondera el sexo interracial, situación que puede preverse desde su título; además resulta una fuerte crítica a la esclavitud.
El segundo corte, Sway arranca poderosa en un fino golpe de riffs guitarrísticos, de batería y bajo, consistiendo el blues como factor dominante, sin perder ápice de soltura ni emocionalidad, gracias a la grandiosa voz de Jagger y el arreglo de cuerdas enterrado en la mezcla. Wild Horses es una de las joyas absolutas de la placa y de toda la discografía Stoniana. Un bello lamento de arreglos acústicos, íntimo y exuberante a la vez. Sin intención de volverse una centella épica, la letra intercala una potente referencia a las drogas duras, en especial a la heroína, detalle cortesía de Richards, mientras Jagger, desenvuelve el dolor característico de un corazón roto.
Can´t You Hear Me Knocking es kilométrica y espectacular, fluyendo a partir de percusiones latinas que incluyen congas, la carraspera portentosa de la línea vocal, atronadoras guitarras eléctricas y el magnífico aderezo con un saxofón escurridizo. La letra atiborra sus versos con alusiones directas a las drogas, además de un vistazo explícito de la vida callejera, peligrosa y colmada de perversiones.
La blusera You Gotta Move es cuando menos divertida, único cover incluido, resulta fácil de percibir el intento de los Stones por arropar al cien por ciento el estilo clásico estadounidense, emparejándose de la mejor manera, a los proscritos afroamericanos que mejor han destellado en el género. Bitch es musicalmente portentosa en guitarras ásperas, sección rítmica contundente y un exuberante arreglo de metales; adicional del soberbio solo de Mick Taylor. En cuanto a su letra, resulta explicita en cuestión de uso de drogas, desenfreno y misoginia. I Got the Blues en efecto, es un blues melancólico a tope, con preciosas armonías y mesurados metales que brindan una extraña, pero acogedora calidez al escucha. Jagger se desvive en su trabajo vocal, mientras Richards lo acompaña en los coros.
Sister Morphine es una súplica ominosa que arranca con una guitarra acústica, progresando conforme los demás instrumentos se incorporan. Su letra, escrita por Marianne Faithfull, declama por la hermana morfina, y también, por su profusa prima, la cocaína; instalándose como una de las canciones sobre drogas imprescindibles en toda la historia del rock, junto con algunas de Lou Reed y Hawkwind. Dead Flowers es un cortejo country a plenitud, mostrando, en apariencia, un rostro más afable y movido, aunque la letra, por supuesto, revienta en nuevas alusiones a las drogas. Se destaca el acento de gringo sureño por parte de Jagger y su gran melodía que atrapa de inmediato.
Moonlight Mile es el perfecto
epílogo. Aderezada con un arreglo fastuoso de cuerdas, guitarras llanas y toda
la energía vital de la agrupación, el corte crece épico, sublime y hermoso. Una
forma de aludir al amanecer, después de una densa noche.
Tras la consola y producción de Sticky Fingers regresó el norteamericano Jimmy Miller, confabulador del serial de mejores trabajos Stonianos. Número 1 en las listas de éxitos en ambos lados del atlántico, este clásico indiscutible se roba el aliento de cualquier escucha, ensalzándose como una pieza irresistible y diabólicamente sugestiva.
Tracklist:
1.- Brown Sugar
2.- Sway
3.- Wild Horses
4.- Can´t You Hear Me Knocking
5.- You Gotta Move
6.- Bitch
7.- I Got the Blues
8.- Sister Morphine
9.- Dead Flowers
10.- Moonlight Mile



Comentarios
Publicar un comentario