LEONARD COHEN – SONGS OF LOVE AND HATE (1971)
El maestro Cohen es bien conocido por su aguda trayectoria musical y
literaria. Antes de brindarle al mundo el regalo de su voz serena y las melodías
folk de sus primeros trabajos, produjo una embarnecida producción poética que
se acompañó de dos novelas, una de trama iniciática y otra de ficción descarnada;
ambas, con una grandiosa construcción dramática.
Con dos álbumes bajo el brazo, editados a finales de los sesenta y en
albores de la nueva década, una inspiración refulgente continúo minando
profundo la capacidad interpretativa del maestro, con semejante fuerza para
alimentar su lírica, a través portentosas y enrarecidas imágenes, que bien
pueden encontrarse dentro de una novela de narrativa oscura, como en una
antología de cuentos de horror.
El cantautor canadiense fue acompañado por el productor Bob Johnston,
a quien le iba bastante bien manejarse tras la consola del estudio, guiando a
otros artistas folk como Bob Dylan y Johnny Cash. Consciente de
la nueva obra a concebir, Leonard se decidió por un tono más pasional y
nocturno, alimentar una placa de emociones adversas, ataviándola con ponzoñoso
drama; además de poseer una serie de atmósferas inquietantes para atemorizar y enamorar
al escucha casi de inmediato, en todo su efecto ambivalente.
“Canciones de Amor y Odio” salió al mercado el 19 de marzo de 1971,
marcando una franca diferencia entre sus dos álbumes anteriores: tenemos un Cohen
en plena confianza de su palabra, escoltado por una guitarra acústica temeraria, diversos músicos
de sesión para cuerdas, bajo y algunas guitarras. El desenvolvimiento
poético y vocal del maestro es sin duda superior: de carácter
taciturno, en ocasiones cruel y quizá desalmado, configurando una galería de
imágenes desgarradoras y sensaciones casi espeluznantes. Todo lo anterior, sin
olvidar los bellos instantes acústicos que cobijan los arreglos.
Con un tono grave y profundo que se entremezcla
con el rasgueo inmutable de su guitarra acústica, Avalanche, abre con un
lamento monumental: lóbrega y sometida por un arreglo implacable de cuerdas abatidas.
La letra había aparecido con anterioridad en unos de los libros de poesía del
maestro, mostrando el potencial enorme en su repercusión dramática, en este
corte que vaticina calladamente el apocalipsis de la consciencia. Last
Year´s Man es casi un susurro lastimoso y emotivo que se acompaña por la
incansable guitarra de un trovador tribulado, dichoso en melodía, desfilando
algunas voces corales que dotan de luminosidad esporádica, cuerdas a discreción
y el recital que destila ternura, imágenes religiosas que evocan a Jesucristo,
aderezando con la sublime aflicción de un corazón abatido. Dress Rehearsal
Rag brilla desde su explosiva penumbra. El trabajo vocal del maestro galopa
como si montara un corcel de mirada flamígera, elucubrando ira, vapuleando con
rigor circunspecto su guitarra, en perfecto dominio de la atmósfera tensa, gracias
su arreglo orquestal, coros infantiles y su refulgente letra de venenosa
tesitura que lidia con el suicidio y su efecto destructivamente embelesador. Diamonds
in the Mine se suelta en arreglos engañosamente más alegres de guitarra y
bajo, los punteos de una guitarra eléctrica, coros femeninos y la carraspera
agresiva del maestro Cohen. De repercusión country, sería una especie de
“sencillo pop” imposible. Love Calls You By Your Name resulta
satisfactoria y acogedora, a través de su sospechosa serenidad, bajando la
tensión y de cierta manera, el ritmo alocado del corte anterior. Sin embargo,
nuevamente logra tendernos una trampa, ya que la letra direcciona en una
bifurcación tremebunda: a pesar de sus imágenes que reflejan un amor caustico y
ensoñado, refiere a un odio putrefacto que aflora desde la vena más oculta del
poeta, deseando arrebatadora desgracia como un fantasma rencoroso. Famous
Blue Raincoat es un corte que se sume en una penumbrosa melancolía, manteniéndose
oscura y triste en voz de su autor, con el arreglo de cuerdas al punto de
susurro, la guitarra mezclándose con melodías lacrimógenas, adicional de su
temática destructora: el inflexible intercambio de cartas de un triangulo amoroso,
donde la traición y el amor son la máxima en este corte que desliza texturas
conmovedoras. Sing Another Song, Boys fue grabada en vivo durante 1970, maximizando
la capacidad vocal de Leonard e intercambiando con gozo, la melodía cándida
de un piano tocado por el mismísimo Bob Johnston. Por supuesto, la
destreza del poeta se hace presente con una poderosa embestida de imágenes
nítidas, emociones conflictuadas y corazones pisoteados por una vida inexorable.
Joan of Arc es una tersa elegía para esta personalidad histórica,
victimizada por su fe y calidad de mujer. La pieza concluye tan sublime plato, bajo un interesante relato: a través de poderosas imágenes, la conversación juiciosa entre Juana de Arco y el fuego que lentamente la consume,
aderezándose con adorables arreglos de guitarra y cuerda orquestal.
El tercer opus de Leonard Cohen, lejos de
ser su mejor álbum, consagró el camino de un artista a plenitud, carente de
divagaciones y siempre exacto. Vendrían momentos más brillantes, y otros que
supuran la misma esencia resentida de Songs of Love and Hate.
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