MAYHEM – DEATHCRUSH (1987)

 

Es curioso como algunos de los subgéneros del metal, fueron concebidos en ciertos estados de la Unión Americana, donde menos se sospechaban: desde la demoledora rapacidad del Thrash en San Francisco, origen del movimiento hippie y ciudad portavoz del progresismo. De la rabia destructiva del Death podemos decir que nació en Florida, estado del sol y las naranjas. Dichos contrastes hablan de una persistente oscuridad en la condición humana, esperando cualquier oportunidad para manifestarse, por más ligera que esta sea. Sin embargo, propiamente dicho, el Black Metal sí apareció, con mínima extrañeza, en una zona geográfica donde bien se le pudo esperar.

Mayhem se formó en 1984, en un afán de imitar lo que grupos como Venom, Hellhammer y Bathory venían haciendo: llevar hacia un frente más extremo lo emprendido por Black Sabbath y Motörhead en la década pasada. Con escaso talento musical en sus inicios, las diversas encarnaciones en sus filas ayudaron a definir y enriquecer una estética que permeó, sin duda, en toda la escena de Noruega.

Habiéndose hecho con cierto renombre en el underground, la agrupación inició en febrero de 1987, la grabación de su primer material, el brutal extended play Deathcrush. Siendo francamente innovador, la repercusión del trabajo resultó casi inmediata: un espécimen decadente de conserva ultraviolenta, escabroso de principio a fin.

El proceso fue diametralmente distinto a lo que había hecho, de lejos, en aquella región, y en testimonio del productor Erik Avnskog, no tuvo mucha idea de hacia dónde dirigir el sonido, mucho menos mezclarlo o siquiera aclararlo en posproducción. Con las guitarras, bajo y baterías grabados en vivo, sin labor de overdubbing. Y es justo donde radica una parte fundamental de la belleza de este plato: la brutalidad cavernosa con la que fue concebido, el efecto sórdido elucubrado por la banda al tocar sus instrumentos y la perceptible afrenta vocal, gutural, desesperada y dolida.

El EP inicia con la instrumental Silvester Anfang, un trote programado de krautrock, y no debía ser para menos, les fue “obsequiada” por Conrad Schnitzler, mismísimo integrante de Tangerine Dream, a quien Euronymous solicitó componer una intro musical. Inmediatamente, asalta Deathcrush, de voracidad desalmada, sonorización sucia y rapacidad inclemente: grandes riffs atascados de distorsión como una hemorragia sin paro y una distribución temeraria de percusiones. Excelente trabajo de Maniac en la voz, quien compartió créditos con Messiah, cantando tres y tres rolas cada uno. Chainsaw Gutsfuck arremete con el mismo atasque de distorsión, la brillante batería de Manheim y el bajo omnipresente de Necrobutcher, de quien se dice, es el redactor de la letra, un pastiche de sangre y cavilaciones insalubres. Aquí, en el micrófono, está el mencionado Messiah, es ruge con cierto apremio y una plausible sed beligerante de odio. 

Witching Hour es un delirio cavernoso de producción desastrosa, cover de los mentados Venom, y con una extraordinaria esencia reminiscente a las tinieblas; veloz, ominosa y satánica. En Necrolust es perceptible la enorme influencia Thrash, con el blastbeat de la batería a galope desaforado, el bajo musculoso y el combativo riff de guitarra, enroscando una atmósfera violenta y urbana, un golpe de metralla que impacta en el pavimento. (Weird) Manheim es una brillante pieza que desperdiga misterio, mezcla de notas torcidas de una guitarra desafinada y el piano podrido, interpretado por el baterista Manheim. La matanza finaliza con la tempestuosa 

Pure Fucking Armaggedon donde el fantasma del Thrash vuelve a cobrar impulso, destilándose hacia un lado más experimental, hostil y oscuro. Messiah vierte un trabajo esbelto, mientras el atasque de la batería difumina la guitarra distorsionada, fungiendo como una peligrosa navaja que ha cobrado vida y decanta hacia el inminente apocalipsis de la vida (aun cuando la letra es inconexa e irresoluta). Originalmente el EP contenía una especie de outro, donde los miembros de la agrupación berrean una letra asertiva con el fin de despedirse, si bien el asunto no pasa de ser un chiste ridículo.

Las piezas iniciales distribuidas por Euronymous en Europa y algunos otros países, fueron contadísimas, sólo para gente, según él, muy selecta. De escucha sumamente necesaria, este fue el inicio de una larga tradición que logró superarse con cada nueva entrega discográfica y sobre todo, prevalecer muy a pesar de la tragedia.



Tracklist:


2.- Deathcrush

3.- Chainsaw Gutsfuck


5.- Necrolust

6.- (Weird) Manheim

7.- Pure Fuckin Armaggedon


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