THE CHAMELEONS – STRANGE TIMES (1986)
Podemos considerar la música de los Chameleons de Reino Unido, como una antorcha encendida en la noche profunda que muchas veces, envuelve al mundo. Estéticamente, sobresale el replique luminoso en sus guitarras y diáfanos sintetizadores. Al mismo tiempo, sus atmósferas son un lugar ideal para soñar. Sus letras enarbolan una retórica similar a la de los cuentos de hadas, en defensa de la inocencia, a base de un imaginario que pende entre lo más sórdido de la realidad y las máximas de la imaginación, asimilando un mundo sumido en la ansiedad y la decrepitud.
Para cuando “Tiempos extraños” llegó a los estantes de las tiendas
de discos, la banda se encontraba dando sus últimos suspiros de vida.
Condenados a separarse, su genial tercer álbum, fue un esfuerzo alusivo para
comprender los momentos difíciles, como si todas las situaciones amargas y
dolorosas acontecieran dentro de una dimensión de ritmo pastoso, casi onírico,
lleno con criaturas de ánimo torcido e ingenio malévolo.
Gracias a su extraordinario talento, influenciaron, bajo su propio estilo,
otros géneros que comenzaban a ver luz, como el shoegaze, el dream
pop, aterrizando un poco más allá, en Norteamérica, en algunas bandas de
grunge como Smashing Pumpkins y empapando incluso, el britpop de Blur,
la neo-psicodelia de Flaming Lips y la acción penumbrosa de White
Lies.
La banda integrada por Mark Burgess en bajo y voz, John Lever
tras la batería, además de Dave Fielding y Reg Smithies, ambos en
las guitarras, gozó de moderada popularidad en su momento, con varios sencillos
sonando en la radio y la venta generosa de sus primeros álbumes, los cuales,
desde un principio, se convirtieron en auténticos referentes: música sincera,
briosa y luminiscente, mostrando un contexto letrístico poético y dionisiaco.
Las grabaciones de Strange Times constaron durante 1986, publicándose el
plato, el primero de septiembre de ese año. Los responsables de la consola y
cabina, fueron dos allegados a este tipo de género ensoñado: David Allen y
Mark Saunders, quienes trabajarían más adelante con The Cure.
Esta es una obra maestra, poco valorada en su momento, ganando un perfil de
culto casi secreto. Y no fue para menos, la mayoría de las canciones que
integran el álbum tenían el potencial para una exposición radial considerable. Data
únicamente, escucharlo con el mayor de los cuidados, desentrañando poco a poco,
escucha tras escucha, aquella magia que se desprende desde sus recovecos.
Caution es una extensa vista hacia un paisaje sonoro de guitarras intrincadas con eco, el canto enérgico de Burgess desgarrándose con un vaivén aturdidor. Pocas canciones tan bellas como Tears, un lamento acústico luminiscente que reposa sobre atmósferas cristalinas de sintetizador, convergiendo ante la resignación y la perdida. Soul In Isolation es tremenda y épica, una apología siniestra a la alienación que desprende una línea de bajo hipnótica, batería de repique audaz, guitarras furiosas de tintineo transparente sumergiéndose en su propio rasgueo laberíntico; y un desempeño vocal dramáticamente gélido, en franco descenso a la desesperación. Swamp Thing es por lejos, uno de los mejores temas de la agrupación. Con arreglos prominentes que potencian su certero ataque, la tensión se rige por medio de las imágenes de un mundo que colapsa, a través de su letra poética y personal.
Lever se supera a sí mismo, además, el enrevesado desempeño de Smithies y Fielding brinda una fuerza épica extraordinaria. El dejo melancólico que se desglosa en Time the End of Time fluye con su diligente sección rítmica y las constantes melodías en sus guitarras, coros y atmósferas borrascosas. Seriocity destella entre la serenidad de bellos arreglos de piano, combinándose con una guitarra acústica y sintetizadores. In Answer vuelve a la carga con fuertes punteos en las guitarras eléctricas, el grandioso arreglo vocal de Burgess, diligente y juvenil, abriendo espacio a una embestida elegante de batería y bajo. La letra es casi un manifiesto a la comunicación.
TearsChildwood es un modesto canto hacia la infancia, con los
respectivos riffs conjuntados en espiral y ecos que acercan la pieza, a los
terrenos del jangle pop, sin rozar del todo su superficie. I´ll Remember
concluye el plato, con su reverb atmosférico que transfigura nuestra realidad
en una ensoñación taciturna. Conmovedora como pocas en su haber, el leve
desempeño de la batería es acariciado por las largas líneas de guitarra,
configurando la imagen amplia de un cielo llegando al ocaso.
La edición regular en cd, incluye un bonus EP, complementando las sesiones
y la experiencia de Strange Times con seis canciones adicionales. El
arreglo alterno en Tears es bello y fantástico, dotando a su tristeza
natural de un matiz enigmático. Paradiso desase un tintineo iluminado y
agrega una sosegada distorsión, mientras texturas de teclados enmarcan la
melodía principal. Inside Out detona con fuerza abrasiva, que es
compartida con la solemnidad, estilo U2 de Ever After. Las
últimas dos canciones son covers, John I´m Only Dancing de Bowie, rítmica
y cadenciosa. Tomorrow Never Knows de los Beatles, está despojada
de sus rocambolescos efectos de estudio, aunque se compensa con elegantes
atmósferas, efectos adormecedores y guitarras traslúcidas.
The Chameleons se apuntaron un diez rotundo con su opus
mejor logrado, colocándose dentro de la historia del rock como uno de sus
elementos más nostálgicos e inspiradores.
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