MEGADETH – RUST IN PEACE (1990)
Después de varios cambios de personal, la banda encontró sin duda, su mejor
formación: adicional del experimentado David Ellefson tras el bajo, tuvimos
a Marty Friedman en la guitarra y a Nick Menza encargándose de la
batería y por supuesto, Mustaine, como cerebro y motor principal. Con
tres álbumes bajo el brazo, y con un buen reconocimiento por parte de la
audiencia del metal, el cuarteto concentró su esfuerzo en componer canciones
que fuesen aún más veloces y vibrantes, exacerbando los resultados que pronto
obtendrían.
La grabación tuvo lugar a finales de 1989 y los primeros meses de 1990, la
banda trabajó con el productor Mike Clink tras la consola (y responsable
de los mejores álbumes de Guns N´Roses). Megadeth acentúo la
complejidad en su dinámica, aprovechando las habilidades de cada uno de sus
miembros, siendo Friedman un virtuoso excelso; dominando el campo de los
solos, enlazándose junto con el desempeño de Mustaine para encarnizar riffs
gigantescos en sus guitarras y aderezando la consistencia mediante los complejos
compases de la batería de Menza, rozando fuertemente con el metal
progresivo.
Oxídate en paz fue lanzado al mercado el 24 de septiembre de
1990, y sí, contestando la pregunta inicial, su virtud continúa vigente gracias
a la potencia de su música y la temática de sus letras, porque quizá, los
nombres y rostros en el gobierno cambiaron, sin embargo, nadie puede negar que
la bota del Estado continúa empujando despiadadamente el cuello de las
personas. Abarcando la planeación y consecuencias de la guerra, el esfuerzo por
encubrir secretos de Estado, la existencia de vida extraterrestre, y la fuerte
adicción a sustancias por parte de Mustaine y Ellefson, el álbum
no podría ser más vertiginoso.
Quedando al cien por ciento demostrado con la pieza que arranca avasalladora: Holy Wars…The Punishment due irrumpe con agitados riffs de guitarra, acompañándose por el bajo y batería a toda velocidad, formando un inquebrantable muro de sonido. Un solo grácil de guitarra flamenca divide la pieza en una implacable suite: la crítica global hacia el extremismo armado que utiliza la religión como pretexto; y las obvias referencias a Frank Castle, The Punisher, el popular y violento personaje de Marvel Comics.
Hangar 18 es la conjunción de geniales solos y el intenso galope de la sección rítmica. La pieza es ejemplo sonoro y tangible de las ambiciones de la banda: la pieza es ejecutada con precisión de cirujano, atendiendo los cambios y la pesadez, mediante un ataque que inmediatamente arrebata cualquier palabra. Rescato la línea: “Inteligencia militar, dos palabras unidas que no tienen ningún sentido…”
Take no Prisioners es un Thrash desafiante, una explosión tremenda de guitarras filosas y pesadas. La velocidad en la batería no disminuye, permitiendo breves participaciones del bajo, en una pose más melódica y cuidada. Y claro, la letra aborda el tema del asesinato del enemigo a sangre fría, sobre un campo de batalla. Five Magics embiste abruptamente, consintiendo paisajes sonoros contemplativos, donde fluyen melodías más insistentes en las guitarras y realizando más hondo el bajo. Por supuesto, no queda atrás en la complejidad caótica que posteriormente se desata, con un excelente trabajo vocal de Mustaine y aprovechando las capacidades de Friedman, en su acelerado solo de guitarra. Poison was the Cure es un amasijo impresionante de riffs y cambios de compas intensos. El bajo de Ellefson destaca en fuerza y melodía, brindando una sensación desconcertante a la pieza.
Lucretia recurre a la dinámica más agresiva y rápida del speed metal. El solo de Friedman es poderosamente intrincado, mientras la letra, referencia al trabajo de una mujer, avezada en la hechicería. Tornado of Souls, es sin duda, una de las canciones más impresionantes de los últimos 30 años, igualando el arrojo de su título, como una fuerza natural inclemente. Un enorme muro de sonido, riffs enérgicos y complicados, la batería siempre contundente, rematando mediante el bajo profundo. Destaca sin duda, el solo, ampliamente recordado, siendo el mejor de este álbum y muy probablemente, de toda la discografía de Megadeth. Entre rabietas, la potencia vocal de Mustaine también desempeña otro valioso complemento.
Dawn Patrol es un interludio breve, donde el bajo
melódico de Ellefson es protagonista y la batería de Menza se
desenvuelve atronadora. El plato concluye con la fiera batería de la homónima Rust
In Peace…Polaris donde las guitarras son más puntillosas que nunca, la voz
de Dave Mustaine, es equilibrada, señalando el peligro de la inminente
detonación de una guerra nuclear a través de mil ojivas, listas para lanzarse.
Una reflexión interesante contra la guerra y las armas, un llamado desesperado
por la paz, ante la fantástica quimera de la pronta extinción humana.
Para muchos y me incluyo, este es el mejor álbum de Megadeth, cuyo
filo y bravura fue decantándose hacia latitudes más comerciales y no tan
efectivas con el pasar de los años. Aunque tampoco es de negarse, que Rust
In Peace fue el primero de una trilogía estupenda, que integró el Countdown
to Extinction y Youthanasia.
Datos protocolarios: las personas que acompañan a Vic Rattlehead en
la portada del álbum, no son otros sino John Major, Toshiki Kaifu, Richard
Von Weizsäcker, Mikhail Gorbachov y George H. W. Bush, vislumbrando
la pronta resurrección de un alien criogenizado.
El nombre para el álbum se presentó en Mustaine, a través del
mensaje de una calcomanía pegada en la defensa de un auto con el siguiente mensaje:
“One nuclear bomb could ruin your whole day; may all your nuclear weapons rust in peace”
Comentarios
Publicar un comentario