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TORI AMOS – LITTLE EARTHQUAKES (1992)
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La música en una gran mayoría de ocasiones y géneros, funciona como canal de transmisión para un extenso y logrado abanico de sensaciones, ideas y
sentimientos. Este factor deviene en una poderosa constante imperativa, y por mencionar un ejemplo claro, tenemos la
trayectoria de la cantautora estadounidense Tori Amos, decantada con extraordinaria pericia, franqueza y sensibilidad.
Su cualidad al ser diáfana, dramática y pasional, es palpable en
prácticamente un cien por ciento, dentro de su álbum debut Little
Earthquakes. Amos, proveniente de la agrupación de synth pop Y
Kant Tori Read, la cual se desbandó en 1989 y tras haber editado un solo
álbum, enfocó sus esfuerzos en componer canciones nuevas, muchas de estas,
orientadas más hacia una dinámica de “rock alternativo”, perfilada justamente
por los ejecutivos de Atlantic Records, que no dudaron en financiar la
grabación, ocurrida en Inglaterra durante 1991, considerando que en ese país,
el carácter excéntrico de Amos, sería apreciado a plenitud.
La aceptación que recibió su trabajo, en principio, fue complicada, si
tomamos en cuenta el primer sencillo, una canción a capela, que trataba el
abuso sexual. Sin tener mucha repercusión en ese momento, las grabaciones
continuarían hasta formalizar el álbum, con un resultado tan íntimo como
inquietante. Conformado por una intensa imaginería femenina (en la cual podemos
advertir cierto toque de Kate Bush), su desempeño tras el piano, como
principal instrumento, donde surge una galería reminiscente a nombres de la
talla de Queen, Rick Wakeman y Elton John, puntualizando en su estructura delicada, progresiva y elegante, sin embargo, no carece de rabia e
ímpetu.
Este álbum de “Pequeños terremotos”, publicado en febrero de 1992, es una experiencia tenaz aunque sufrida, debido
a lo confesional en sus letras, decantando
a la velocidad de una saeta en llamas, ternura, empatía, sufrimiento y rencor; materializando imágenes tan poderosas que surgen a partir de la música.
La fragilidad en Crucify mantiene a flote una palpable desesperación.
El tono cálido en la voz de Tori alimenta al escucha con penitencia,
resignación y disputa. Un tour de force para vencer el sufrimiento. El
piano, por supuesto, resulta supremo, mediando la cascada de percusiones profundas y
filtrando el sonido de una delicada mandolina. Es apenas el comienzo de una larga
serie de imágenes que referencian la fe, el conflicto y la esencia femenina, sobreviviente
de toda adversidad.
Crucify en vivo en Montreux 1991
Girl fluye misteriosa, su piano es un
rugido moderado en saña, la batería revienta lanzando por delante la voz y matizándola
por medio de un oscuro sampleo de cuerdas, además de una guitarra camaleónica,
interiorizando el conflicto. Silent All These Yearsextiende una
conexión emocional por medio del piano, cuerdas y su letra poética. La
protagonista de la canción relata una crónica de inquietudes vitales, desde cambios corporales hasta su visión reflexiva del mundo. La juventud se
desentiende como tal, para alcanzar un descubrimiento más íntimo y
significativo: la propia voz como mujer y artista.
Silent All These Years
Precious Thingsinicia
con ese piano encausado entre lo juguetón y lo siniestro, virando al mismo
tiempo, entre una sensación diáfana que confronta el drama. La guitarra
eléctrica, bajo y teclados, aunque vibrando tenues, acentúan el poder de
la canción, en tanto Tori brinda una de sus interpretaciones más
decididas. Winter se desenvuelve como una carta dedicada a la nostalgia,
resultando un baile sereno entre el falsete de Tori y su piano. Un
descubrimiento de identidad, consagración de la emocionalidad, confrontando el
paso del tiempo, adquiriendo una tenue epicidad cuando las cuerdas aparecen y
pasa de ser una afrenta, a un susurro.
Winter
Happy Phantomes una
pieza alegre de piano juguetón, colándose a partir de la percusión y el
engrandecimiento de la atmósfera gracias al bajo y teclados. La letra retrata,
de forma jocosa, el tema de la muerte y la trascendencia. China se
siente como una de las baladas provenientes de los ochenta, gracias al efecto
de eco en la voz de Tori, confabulando una dinámica efectiva entre su
piano enternecedor, las cuerdas y una
esencia compartida entre Tracy Chapman y Sinead O´Connor. Su
letra con un asombroso tratamiento poético, exacerba el proceso de
autodescubrimiento por medio de la distancia y la necesidad de movimiento.
China
Leather
retrata el tema de la sexualidad inmersa en las discrepancias amorosas. Aquí las cuerdas filtran el canto como un golpe sutil, aderezado con su extraordinario solo de piano y la intervención efectiva de una guitarra suspicaz. Mother es casi idílica.
Asciende a través del estupendo trabajo con el piano, y el canto filoso. La
pieza desprende una sensibilidad imperiosa, entre susurros y ataques directos. La
sutileza que se destila es implacable. Tear in your Handtiene una
espesura luminosa, manando a partir de guitarras, cuerdas, teclados y una
batería casi marcial. El piano se despliega poco a poco, acompañando elegantemente a la voz. Existe una referencia muy marcada en la letra, hacia los rompimientos
amorosos como su consiguiente aprendizaje, aunque cruel, necesario. Adicional
de los guiños a su amistad con el escritor Neil Gaiman y a Morfeo,
rey del sueño, protagonista de la exitosa novela gráfica, The
Sandman.
Leather en vivo
Me and a Gunes el mencionado primer sencillo a capela. Un
canto desnudo, crudo relato del trauma sufrido por Tori, a partir de
una violación que sufrió a los 21 años. Esta pieza es la cúspide del
álbum, confesión desgarradora que nunca más se repitió a ese nivel de
profundidad y confianza, fungiendo como un acto de heroica catarsis.
Me and a Gun en vivo en Montreux 1992
Little
Earthquakes funciona, sin duda, como un cierre perfecto. Voces que se ponderan desde el éter, percusiones programadas ensalzando la fiereza del piano, un
circunspecto bajo y guitarra forjando la atmósfera y los teclados, sirviendo
como matiz espectral, sirviendo a Tori para regalar una interpretación
enorme, profunda y llena de fuerza.
El debut de Tori Amos, engalanó una irrupción de excelente
cantautoras durante los años noventa, lo cual abrió paso a otras de las cuales
tenemos mejor que presentes su trabajo, como Lana del Rey, St. Vincent
y Likke Li. Por fortuna, el trabajo de Amos vislumbró un
momento, donde el conflicto filtrado a través del arte, podía ser auténtico y
comercial.
David Alan Batt es uno de los músicos más eclécticos que jamás se haya pisado esta tierra, sin embargo, su trabajo solista se encuentra injustamente sosegado en el ostracismo colectivo. Desde los primeros jaloneos con el mainstream a finales de los 70 y principios de los 80 como miembro de Japan , el eslabón glam invertebrado que fusionaba delineador, rock duro y actitud DIY, que fue punto de conexión para comprender a plenitud el paso histórico entre Roxy Music y Duran Duran ; Batt cambió su apellido a Sylvian , en referencia a Sylvain Sylvain , guitarrista de New York Dolls , mutando hacia una Persona en concepto de caracterización musical y escénica. Disuelta la banda como conclusión de un rito iniciático, Sylvian concentró sus esfuerzos en instalarse dentro de la corriente vanguardista, conjugando art rock, synthwave, rock progresivo y mucha experimentación atmosférica, dando luz a un serial de álbumes que actualmente son diamantes en bruto y coronas artísticas sin mácula.
El universo de la música pop es más amplio de lo que se puede suponer en primera instancia. Si bien, existen todo tipo de colectivos o artistas en solitario que son reconocibles de inmediato, y están perfectamente posicionados en el stardom olímpico de la cultura popular internacional, hay toda una especie a parte, aquellos que habitan en la periferia entre lo que significa ser desfachatadamente digeribles o genios apolíneos que buscan innovarse trabajo tras trabajo. En esta segunda categoría, podemos colocar a Talk Talk , una de las mejores agrupaciones británicas de todos los tiempos, y tan injustamente relegada de los reflectores de la comercialidad despampanante. Después de un debut bastante bueno editado en 1982, iniciado en el centro de la onda sintética al puro estilo de los primeros Depeche Mode , Yazoo y Tears For Fears , aunque con una personalidad mayormente definida con un sonido tornasol y elegante, lograron cautivar a una legión de seguidores que fueron eternamente
Irreverencia. Es la palabra ideal para adjetivar la actitud musical de una agrupación tan divertida y tristemente caída en el ostracismo como Los Toreros Muertos . Pertenecientes a la “Movida Madrileña”, este grupo integrado por Pablo Carbonell en la voz, Many Moure en el bajo y el tecladista de origen argentino Guillermo Piccolini, seleccionaron semejante apelativo como referencia a una de sus principales influencias: los Dead Kennedys . Virando entre la comedia en sus letras y los ritmos intrincados del new wave, cortesía de bandas como Talking Heads y The Police , la economía del punk y la festividad indomable del ska de Madness; Los Toreros grabaron en formato maxi single, aquel entrañable tema que les valió un inesperado éxito, sobre todo en Latinoamérica: Yo no me llamó Javier . Acogidos por la disquera Ariola, grabaron en 1986 30 años de éxitos , su álbum debut. Encabezando una serie de graciosas historias con escenarios surrealistas cuya única razón de ser, fue divertir a
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