DEVO – Q: ARE WE NOT MEN? A: WE ARE DEVO! (1978)
En la inmensa atmósfera
musical coexisten toda clase de locos y desfachatados, cuyas propuestas lograron imponer nuevos parámetros tergiversando el calmo panorama de los géneros y subgéneros involucrados en la música
pop.
La unión de partículas conforma cuerpos, estos a su vez, pueden consentir
elementos, destilando en ocasiones, todo tipo de reacciones locas, incoherentes
y fascinantes. Un encuentro de este calibre, sucedió cuando Mark
Mothersbaugh conoció a Gerald Casale una mañana a principio de los
70, gestando la semilla de ocurrencias paranoicas y apreciaciones enrarecidas de la sociedad humana moderna, enrevesada y mirando directo el acantilado de la
autodestrucción.
Devo proviene
de “Devolución”, concepto gestado en la mente de estos maníacos y refiriendo al
estado de retroceso de la civilización, una vez que esta llega a su pico de avance
artístico, científico, tecnológico, etc., no quedando más ventura por ostentar,
sino una espiral decadente sin fin. A este dúo de variopintos, se integró sus
respectivos hermanos de sangre, ambos “Bob” Mothersbaugh y Casale
manejando guitarras, teclados, y añadiendo a Alan Myers como elemento
final tras la batería.
Después de financiarse un cortometraje con un bajísimo presupuesto, disfrazarse como criaturas mutantes interplanetarias y como científicos, interrogando a transeúntes de su natal Akron, Ohio, el grupo pasó a componer una serie de maquetas sonoras conceptuales en baja calidad, canciones cuyo sonido sobrepasó las intenciones anarquistas del punk, tan sólo un par de años antes que estallará tanto en Nueva York como en Inglaterra.
Innovadores para su tiempo,
no fueron del todo comprendidos y justo hoy, vueltos una agrupación de culto,
continúan faltos de ese aprecio que tanto merecen. Una de esas maquetas
sónicas llegó hasta el mismísimo Brian Eno en 1977, cuando se
encontraba en Nueva York, justo en
labores de producción para los Talking Heads. Fascinado por las
estructuras enredadas y letras irreverentes, Eno se la mostró a David
Bowie, Robert Fripp e Iggy Pop. se dice que existió una disputa amistosa entre ellos para descifrar quien debería encargarse de producir el debut de los Devo.
Aunque la preferencia de la banda era con Bowie (pudiéndose apreciar
en la portada del álbum), finalmente Eno terminó laborando de
buena gana tras la consola. Lanzado el 28 de agosto de
1978, la agrupación decantó toda su furia a través de un extenuante deseo por
desenmascarar la hipocresía de la sociedad consumista. Su sonido y marca
personal, ese entramado de texturas de sintetizador espacial y guitarras
mutantes, incrustaron una tradición que todavía perdura en la música
estadounidense. Herederos de la crítica social
de los Mothers of Invention, enfocada en el absurdísimo, “Pregunta:
No somos hombres? Respuesta: Nosotros somos Devo!” destacó por ser un álbum
plenamente post punk y new wave. Punta de lanza y atroz manifiesto acerca del
apocalipsis.
Praying Hands es casi un acto marcial de rostro cultista decantándose con guitarras joviales y una letra que trata el fundamentalismo religioso, tanto en plan satírico, como auténtica incursión espiritual. Space Junk es plenamente, una pista de ciencia ficción. Conteniendo potentes reverberaciones, texturas sintéticas, sección rítmica precisa y voces espaciales proyectadas por un magnetófono colosal, se añade un imaginario cósmico-contaminado de una era post industrial distópica en su letra. El solo de guitarra es soberbio, articulando una alegre aunque fracturada epicidad.
Mongoloid resplandece a partir de los sintetizadores, salpicando un entrañable futurismo y coros salvajes. Constreñida con guitarras metálicas y su bajo pesado, la batería se desviste frenética, difundiendo su mensaje con toda claridad.
Too Much Paranoias arranca un frenesí de riffs y texturas, acrecentando la tensión por medio de la batería y los efectos maquinales que complementan la enajenada ejecución de la banda. La letra retrata las fobias contemporáneas de la sociedad con cierto desdén juguetón.
Gut Feeling (Slap your Mammy) sin duda fue compuesta para meterse en problemas. Iniciando como la base rítmica a vapor, a las guitarras se les incorpora una línea de piano, creando un efecto diáfano y melódico. Aquí la esencia new wave resulta efervescente, mientras se justifica de la manera más nihilista el abuso físico. Come Back, Jonee es un tributo directo a las raíces del rock n´roll, una especie de secuela deforme al clásico Johnny B. Good de Chuck Berry. Contiene un sintetizador ingenuo sin escatimar que los demás instrumentos son dirigidos por humanos y no máquinas.
Sloppy (I Saw My Baby Gettin´) tiene
cierto galope a lo The Cars, sus teclados brindan efectos y nuevas
texturas, complementando la melodía en las guitarras. La batería levanta fúrica
y el bajo es cuando menos, abrasivo. El letra se instala en un imaginario
abiertamente pornográfico, conteniendo imágenes explicitas. La
conclusiva Shrivel-Up crea una magnifica sensación
gélida y húmeda, gracias al bajo texturado de Casale, el canto vivaracho
de Mothersbaugh y varias capas cristalinas de sintetizador. Sus
guitarras efervescentes infectan la batería, perfectamente marcada. La letra es
una oscura referencia a la descomposición corporal después de la muerte.
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