SONIC YOUTH – NYC GHOST & FLOWERS (2000)
A veinte años de la publicación del que quizá sea, el álbum más minimizado en toda la discografía de Sonic Youth, rememoremos los grandiosos momentos de este poderoso y espectral plato.
Después de una década con más altos que bajos, eso sí, llena de su
característica experimentación y ruido, los oriundos de Nueva York se lanzaron
nuevamente al ataque con una colección filosa de canciones que exalta al
escucha a través de su arrebatada e inaccesible propuesta. Este álbum es una
ambivalencia sonora: puede ser uno de los materiales más difíciles de escuchar y
por lo mismo de comprender, o todo lo contrario, repercutir como un serial de cálidas piezas que apenas
alcanzan a calar con templanza.
Seguido de su galería sónica y colmada en vanguardia, SYR 4:Goodby
20th Century, las guitarras sublimaron nuevamente a través de todo
cachivache al alcance de la banda: trozos de cualquier superficie desde madera,
clavos, alambres rotos, y añadiendo un quinto miembro, el inigualable Jim
O´Rourke, gurú de la guitarra experimental, tras la consola de producción y
colaborando activamente, quien traería nuevos bríos a la banda integrada por Kim
Gordon, Thurston Moore, Lee Ranaldo y Steve Shelley. Echando mano de algunas “guitarras preparadas” que no utilizaban
desde mediados de los ochenta, el sonido en lugar de aterrizar, se volvió una
tormenta de distorsión expansiva que musicalmente se incrusta directo en la atmósfera hasta resquebrajarla. Sin
embargo, este álbum también tiene un aspecto anímico muy revelador. Las letras,
estuvieron más que nunca, apegadas al legado de la generación Beat (cosa
notable, desde la portada que presenta una ilustración del mismísimo William S. Burroughs), aterrizando colosales poemas donde
interviene la presencia aterradora de la mortalidad, una
insurrección de pensamientos y sensaciones militantes, o como ellos mismos lo
enuncian: “death poems for the living gods of america”.
Renegade Princess abre con las voces combinadas de Gordon, Ranaldo y Moore, mostrando una coalición enérgica y atemorizante. Las guitarras tintinean amenazadoras, tras lo cual el bajo y batería, aguardan arrancar en un galope asesino. La letra sólo exacerba la intensidad de la pieza por medio de sus versos y vocalizaciones torrenciales, acentuando el dramatismo en la música como un medio hipnóticamente provocador. Nevermind (What was it anyway) es robóticamente psicodélica, el sonido del bajo es hondo y las guitarras meditabundas extienden un efecto enervante. Gordon canta de manera gélida y desapegada, siendo sus vocales, el elemento más sobresaliente en la pieza, ya que la letra plasma de manera efectiva y pegajosa, sentimientos de alienación y letargo, siendo un reclamo sobre la estupidez entre las relaciones de chico/chica: una simbiosis catatónica y pujante. El dramatismo no decrece, gracias los efectos que O´Rourke introduce y las constantes disonancias entre las guitarras de Moore, Ranaldo y Gordon.
Small Flowers Crack Concrete mantiene sutiles las guitarras atonales, enrollando una neblina espectacular. Moore comienza a recitar la letra psicotrópica, hasta que Ranaldo y Gordon se le unan, creciendo significativamente la enrarecida atmósfera para estallar en un golpeteo noise desproporcionado. Algo así como un mal viaje fuera de control. Side2Side resulta espectralmente conminatoria. Es el turno de Gordon por recitar furiosamente una serie de frases sin aparente conexión, aparte de objetos y esencias, mientras el ruido se deja de perspicacias, mintiéndose fuerte como un río que fluye en un grito estrepitoso.
StreamXSonik Subway desata la experimentación a tope, mezclando guitarras rasposas, percusiones hondas y efectos electrónicos como alarmas que vaticinan el desastre, brindando nuevas texturas a la intensidad de por sí desatada. Moore lanza una letra, nuevamente apegada a efectos alucinógenos y urbanos, una oscuridad casi jurídica y burocrática muy apegada a una oligarquía decadente.
Lightnin´ concluye
el plato a través de nuevos despliegues electrónicos y guitarras sofocadas,
acentuando el misterio y la exasperación. Por ahí, interviene una trompeta,
abrazada por centrifugas exclamaciones y ánimos espaciales. Gordon da un paso
al frente y se desvive entre la palabra hablada y recitar lo primero que le llegue
a la mente.
Mal apreciado desde su salida al mercado, recibiendo calificaciones mixtas
que alababan y embellecían el trabajo de la agrupación, mientras el portal Pitchfork
asentó un devastador (según ellos) cero absoluto.
Estos fantasmas y flores de la ciudad de Nueva York requieren una nueva escucha, muy necesaria para revalorizar su caótico delirio y ruidoso movimiento, tan digno de esta banda que aún continúa estremeciendo a todos los que se acercan a su vasta discografía.
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