THE SMASHING PUMPKINS – MACHINA/THE MACHINES OF GOD (2000)

 



Si algo distingue la trayectoria de los Smashing Pumpkins, es la indiscutible calidad en su discografía. Bajo la tutela creativa del siempre ponderado Billy Corgan, la agrupación alcanzó la cima del éxito durante la década de los 90, gracias a joyas como Siamese Dream (93) y Mellon Collie and Infinite Sadness (95). Sin embargo, las disputas internas llevaron a una irreductible fractura, no sin antes, encumbrar un testamento (en ese entonces), tan ambicioso que cimbraría todo su fundamento musical y lírico.

Nuevamente integrando a Jimmy Chamberlain tras la batería, iniciaron las grabaciones de su quinto álbum de estudio en 1999 con D´arcy aun como bajista, las cuales no estuvieron exentas de problemas. Para ese punto, Corgan se encontraba ensimismado en su todopoderoso ego, excluyendo por completo del proceso creativo/compositivo a James Iha, quien no se encontraba del todo conforme con el sonido tan enrevesado de las canciones. Ahora, si agregamos que Máquina y/o Las máquinas de Dios, es un álbum concebido de manera conceptual, podría considerarse que la situación fue más complicada de lo imaginado.

La alineación renovada... por última vez


Contemplando ver luz en albor del nuevo milenio, la intención de Corgan era continuar evolucionando la sonoridad de su banda, si bien Adore (98) fue cautivador, melancólico y oscuro, auspiciado por su acercamiento a la electrónica con guitarras acústicas y sosegadas con resonancias a Cocteau Twins; Machina debía superarlo tanto musical como en su aceptación comercial. Cosa que no resultó así. Sumemos dos problemas adicionales: Primero, D´arcy salió debido a su problema con las drogas y conducta inapropiada, segundo, el álbum no pudo editarse tal como lo planificó Corgan, debido a su misma complejidad e intervención de la disquera. 




Sin embargo, hay aciertos que entraron a juego como fuerza de rescate. La introducción de Melissa Auf der Maur, quien no tenía mucho de haber salido de Hole, por problemas con Courtney Love. Adicional, en el plato se encuentran algunas de las mejores piezas jamás lanzadas por la banda. En palabras de Billy Corgan, Machina es un “muy oscuro álbum acerca de la perdida”, teatral y dramático como pocas producciones. Lanzado al mercado el 29 de febrero del 2000, el plato abre con la que sin duda, es una de las canciones más agresivas y mejor logradas de los Pumpkins: The Everlasting Gaze, es un balanceo corpóreo de percusiones arrebatadas y guitarras distorsionadas a tope, adicionando una letra siniestra y provocadora que no cansa en dejar en claro su pronunciamiento voraz: “Tú sabes que no estoy muerto”. 

La mirada eterna


Raindrops + Sunshowers se fermenta con eco y sus arreglos acompasadamente progresivos. En efecto, su esencia diáfana mezcla bajo, guitarras y teclados de forma magnifica, tal como una lluvia ominosa que permea el ánimo de un campo florido. Stand Inside your Love resulta una poderosa y vibrante balada, su batería efervescente golpea entre la metralla de las guitarras y su perpetua distorsión. Pasional y desgarradora, nadie que la haya escuchado queda impasible ante su melodía y el desempeño vocal de Corgan, quien imprime en su letra, uno de los misterios más impactantes en la historia humana: la repercusión fatal del amor.   

    Permanecer dentro de tu amor


I Of The Mourning surge serena y sentimental, emanando de su letra, cierto duelo alquímico inmerso en su fraseo donde la sección rítmica se disfraza de optimismo mientras sintetizadores y guitarras entretejen solos atmosféricos. The Sacred and Profane rescata el aire progresivo y mantiene los ritmos acompasados. La canción enfoca su esfuerzo en la expresividad de Corgan, sin desatender el excelente trabajo guitarrístico, cíclico a propósito, y las atmósferas cósmicas de los teclados. La canción suspira una búsqueda de connotaciones cabalísticas y misteriosas. Try, Try, Try es otro tema dramático de gota gorda. Aquí los teclados se presentan más claros en tanto las guitarras los secundan, esta vez, sin distorsión pero con vasta melodía. Tiene cierto aire de balada de los 80, cargada de nostalgia y con un mensaje esperanzador. Tal sea la canción más pop del álbum. 

Trata, trata, trata


Heavy Metal Machine es un título engañoso y de ahí pende su debilidad. Colocada para ser el epicentro telúrico del plato, apenas se alimenta de su marcha militante y una melodía que sufre tras el cautiverio de guitarras saturadas con drone. No se niega que es aplastante, sin embargo, carece de la diligencia que anticipaba.

Máquina de metal pesado... en vivo

This Time tiene diversas atmósferas de teclado y ecos auspiciados por la guitarra, vistiéndola ensoñadora y transparente, hasta convertirse en un rock directo y conmovedor. Puntos extras a la expresividad de Corgan tras el micrófono. The Imploding Voice es en apariencia compacta y progresiva con distorsión bien ejecutada, sin embargo, la batería se destaca en un galope consistente, mientras el bajo termina por moldear la pieza. Su letra relata parte del arco conceptual que fue diseccionado, un dialogo abierto entre Dios y el protagonista de la historia. Glass and the Ghost Children comienza con una diversificación experimental. Corgan y Iha luciéndose en las guitarras, Chamberlain en su ejecución contundente y D´arcy brindando profundidad con su bajeo. Rozando los 10 minutos, el tema es épico, empujando impunemente el drama hasta la esfera más alta, con un ligero descanso de piano distorsionado, anidando una conversación entre Corgan y su terapeuta, repuntando luminosa y nostálgica. 

Glass y los niños fantasma... en vivo


Wound es una pieza movida y alegre con guitarras acústicas, bajo y batería altivos. Corgan se luce cantando, la que resulta una letra personal y dolida. The Crying Tree of Mercury se conduce en ambientaciones que recuerdan a The Cure, con teclados grandes y escalonados, guitarras que rayan en lo industrial, favoreciendo la profundidad en su eco. With Every Light es una pieza de canto gentil, mediante sintetizadores que se mezclan con las guitarras y un piano dulce que permanece semi oculto. 

El árbol sollozante de Mercurio... en vivo


Blue Skies Bring Tears es uno de los picos más altos del álbum, lamentablemente llega demasiado tarde. Para este punto, el disco se siente extenuante, por fortuna su esencia encarna una visión apocalíptica, devolviéndole interés. Guitarras fuertes de riffs sobresaturados, la batería concisa de Chamberlain y teclados que evocan un cielo despejado que repentinamente se nubla. Corgan supone un papel demasiado dramático, justo para explotar la pieza en el instante de la hecatombe. Age of Innocence es una despedida fluida y directa, por instantes melancólica y por otras, refulgente.

Los cielos azules traen lágrimas


Gracias a la estupenda producción ejecutada por el mismo Billy Corgan y Flood, el álbum pasó de ser un ensamblado desastroso, a una verdadera obra maestra. Con veinte años de existencia y su reedición en puerta, la faena más lucida y compleja de los Smashing Pumkins es una escucha necesaria, resultando más relevante que los momentos de gloria efímera del nü-metal y las clones pop de Britney Spears.



Tracklist:

1.- The Everlasting Gaze

2.- Raindrops + Sunshowers

3.- Stand Inside your Love

4.- I of the Mourning

5.- The Sacred and Profane 

6.- Try, Try, Try

7.- Heavy Metal Machine

8.- This Time

9.- The Imploding Voice

10.- Glass and the Ghost Children

11.- Wound

12.- The Crying Tree of Mercury

13.- With Every Light

14.- Blue Skies Bring Tears

15.- Age of Innocence 

Álbum completo en YouTube y Spotify 💭🙌

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