NICO – THE MARBLE INDEX (1968)
A simple vista, Nico podría haber parecido el mero capricho de un excéntrico
personaje como Andy Warhol, integrándola en su recién adquirida, agrupación
musical The Velvet Underground, para musicalizar sus videos experimentales
psicotrópicos.
Después de su álbum debut como solista, Chelsea Girls, una aproximación
cálida al folk pop, Nico demostró ser mucho más que un rostro bonito de rubia
caballera despampanante. Dejando un poco de lado su ocupación como modelo, incursionó
de lleno en el mundo musical, un hecho valioso, considerando su segundo larga duración,
The Marble Index; una sorpresa que puede turbar.
Existían pocos álbumes como este, cuando se editó en noviembre de 1969.
Atrás quedó la imagen de ninfa solar, los sentimientos acogedores acompañados
por melodías vocales encantadoras. La experimentación resurgió con fuerza,
alzando poderosas y glaciales garras dispuestas a lacerar la carne, llenar al
nervio, destrozarlo y ocupar su lugar, como una nueva especia de entraña. Algo barnizado
de misterio, nocturno y único.
The Marble Index no es un plato sencillo de escuchar, no se puede
estar completamente preparado, porque contrario a lo que se puede imaginar, no
es un disco de rock n´roll, mucho menos de pop. Sin embargo, algunas
reminiscencias de ambos sobreviven en el ímpetu de las canciones que contiene.
Apoyada en el mismísimo John Cale, e inspirada relevantemente por Jim Morrison,
quien, adicional de resultar su amante, en aquel entonces, la consideraba como
su “Alma Hermana”, instándola a componer sus propios temas, arrebatarse hacia
extremos inexplorados, sumergiéndose en un sentimiento poético desgarrador,
contradictorio de sonidos “visceralmente intelectuales”.
De espíritu taciturno y hermético, basando libremente la canción clásica
europea e inyectado con la travesía delirante de las drogas duras, el álbum
comienza con una pieza de rica austeridad, Prelude, como su mismo nombre
lo dice, un prólogo donde se intuye una sustancia vanguardista, callada y
minimalista. Lawns of Dawns es una procesión fúnebre, colmada de ferocidad
exuberante. Resalta un armonio excesivo y fuera de tono que da paso a la voz
fría y serpentina de la cantante teutona, decantándose en una letra inspirada
en viajes de ácido. No One is There mantiene a flote las melodías de
aire medieval, en tanto su orquestación acompañada por la viola de Cale, se
vuelve siniestra a lo largo de sus tres minutos y medio, su letra resulta tan
ambigua como alucinógena. Ari´s Song se mueve entre la sombra
instrumental de un zumbido sobrecogedor, recupera el poder del armonio e
ilumina brevemente la intensa oscuridad del plato, a través de fugaces
tintineos; siendo que Nico dedicó esta canción a su primer hijo. Facing Wind
filtra la voz de Nico dotándola de aires macabros pero atrayentes, en tanto
su apertura deja correr una sensación incógnita por ocurrir: zumbidos
sintetizados y percusiones lejanas, exhiben este tema como un eco
aterradoramente inflexible. El lado B, en el LP original, abre pavoroso con Julius
Caesar (Memento Hodie) experimental e indomable. La letra explora
fascinantemente el tema mitológico desde un punto de vista surreal, influencia
de las drogas, por supuesto. Batiéndose entre la atmósfera taciturna del
armonio y pliegues insomnes de la viola, Nico extiende su médula
evocadora, esencia que, sin duda, influiría en el futuro a vocalistas
consumadas como Björk, Tori Amos, Siouxie Sioux, Lisa Gerrard y Zola Jesus. Con
Frozen Warnings, Nico se desempeña impresionante, adquiriendo el causal
de su estilo, del mismísimo espíritu que su voz contiene para transformarla en
una delicada proclamación de actos apocalípticos de profusas consecuencias. Las
armonías fluyen entre su poderosa y bien manipulada voz, y las capas de órgano,
encaminado por Cale. Llegando hasta, el que sin temor a equivocación, es la
pieza más épica y hermosamente tenebrosa del álbum; Evening Light. Hipnótica
y opulenta, puede resultar antesala directa del dark ambient, acometida entre
mordaces sonoridades de drone, harpsichord o clave, en español (una pianola
medieval), tímpanos, la resonancia de una guitarra oculta y el influjo
virulento de la viola a tope. Nico se destapa cantando sobre el fin de los
tiempos, ocasionando un sutil caos fluyendo entre lamentos y erupciones que finalizan
en recias agresiones de ruido. Una conclusión perspicaz montada en la
hecatombe.
Vale la pena mencionar las dos canciones que se incluyeron en ediciones
posteriores del álbum: Roses in the Snow y Nibelungen, discretamente
altivas y aturdidoras. Mantienen la esencia oscura y gélida de las ocho piezas
originales, conservando la extraña emotividad, causante de ese agradable
“repelús”.
Su portada, la fotografía en primer plano del rostro de Nico, como tomada
en mero punto de ebullición del expresionismo alemán, rasgos delgados, labios
pálidos, cabellera ceniza y esos ojos estáticos de peligrosa mirada, como
inexplicable escalofrío en la piel. Nico se coronó como una sombría reina de
hielo. Estéticamente, influyó en toda la moda y música gótica de finales de los
setenta y ochenta, los mismos Ian Astbury de The Cult y Peter Murphy de Bauhaus
la mencionan como influencia directa.
Gracias a su montaje de composición poética basado en la construcción de rimas internas, y su formidable valor vanguardista, the Marble Index demostró ser más influyente para la posteridad en generaciones venideras, favorecido en su innegable calidad y ese desbordado influjo psicodélico de la época.
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