HÉROES DEL SILENCIO – SENDEROS DE TRAICIÓN (1990)

 



Uno de los momentos imprescindibles en la historia del rock en español, fue la aparición del segundo álbum de Héroes del Silencio. Latitudes aparte, una gran tradición que se vio forjada con base en el arrojo, el valor, el ruido y la furia, expresada por la agrupación; por lo que su denominación como Héroes no resulta en vano ni pretencioso, como varios medios españoles catalogaron a la agrupación antes de editar Senderos de Traición.

El sonido “Héroes” aparece aquí, abrazando fuertemente la urgencia volátil de Led Zeppelin, la oscuridad enérgica de The Cult y los ritmos complejos del post punk, añadiéndole misticismo chamánico à la Jim Morrison, esta evocación no es impulsiva sino afanosa.

Tras el éxito de “El Mar no Cesa”, y la gira que los llevó por el territorio Ibérico, la banda zaragozana integrada, como sabemos, por el siempre carismático, aunque complicado, Enrique Bunbury, el guitarrista Juan Valdivia, el bajista Joaquín Cardiel y Pedro Abreu en la batería. Propusieron armar nuevas canciones, cuyo sonido fuese más robusto y temerario en comparación de la fluidez de su primer plato, añadiendo complejidad a las melodías y efectos intrincados, simbolismo a las letras y cierta bravura acarreada de algún sitio profano de la imaginación.

listos para entrar en acción

Agraciados por el destino, Phil Manzanera, bien recordado por pertenecer a la genial agrupación Roxy Music, asistió a uno de sus conciertos; y cuyo equivalente latinoamericano sería, digamos, Gustavo Santaolalla. La suerte de Héroes del Silencio relumbró, cuando Manzanera se ofreció a dirigir la producción de su nuevo disco. Inmediatamente abordo, las sesiones se llevaron a cabo en los estudios Kirios de Madrid, entre septiembre y octubre de 1990.

la foto épica

Senderos de Traición es un álbum iniciático: entregado a un sonido duro, intenso, que, a pesar de la juventud de sus músicos, la madurez lo colocó al servicio de la habilidad, ejecución e inspiración. Canciones regidas por la guitarra de Valdivia, bajo el yugo de su legendario efecto detune como Entre Dos Tierras, la apertura imperiosa y desafiante de ritmos machacantes conjugándose con los acordes que destilan virtuosismo y agresividad. La letra si acaso, es un reclamo que va contra la traición, una brecha indefinida en la que ha caído una relación, en este caso, una afrenta de la agrupación contra la prensa española que no dejaba de sobajarlos.

Entre dos tierras

Qué ocurría en la mente de un jovencísimo Bunbury, cuando a la todavía dócil edad de 14 años, escribió la primera versión de Maldito Duende. Pieza arrebatada como pocas en su instrumentación uniforme, elegante y poderosa. La voz de Enrique sublima dramatismo y misterio, solapando una variedad de interpretaciones sobre su significado: si acaso apela contra los efectos de las sustancias que alteran los estados de consciencia, o quizá del sentimiento de frustración adolescente que se entierra en la espalda de un hombre. 

Maldito Duende

La Carta cabalga con ritmos sincopados y el estupendo trabajo guitarrístico, dinámico y sagaz. La letra revela resentimiento, impuesto en el filo de una daga que porta el veneno corrosivo del desamor: una súplica por adquirir el olvido cuando este se niega a llegar. Malas Intenciones no es menos desgarradora, un corazón que se endurece, perdiendo su sensibilidad, pero no motivación, ante una inefable sensación de enemistad. Gran vocalización de Bunbury, agresiva e intensa, la guitarra se expande, mientras el bajo omnipresente, se conjunta urgentemente con la batería. Sal, es un suspiro, veinte segundos serenos para recuperar el aliento. 

Malas intenciones

Senda comienza con levedad, una promesa que se adapta a su letra dolida, pero reveladora: el desafío en contra de la adversidad punzante de la vida, el anhelo por encontrarse cara a cara con el destino. En Hechizo confluye el desenfreno, moderándose al inicio para lanzarse al ruedo con toda metralla. La batería resulta contundente, el bajo, aunque discreto, es certero y romper muros, mientras la guitarra milita en pos de una victoria sónica, el engullimiento de la melodía y la dureza. La letra, una suerte de riesgos que trascienden a sí mismos, desatan interpretaciones disimiles partiendo del vicio: el gozo transfigurándose en éxtasis o la irremediable perdida de la inocencia.

Hechizo

Oración abre con aire sereno, aunque su amargura es irreverentemente palpable: desemboca con furia y confusión. Podemos notar la evolución musical y letrística gracias al acoplamiento de sus ritmos cadenciosos, los desgarrados riff y el solo distorsionado, la voz de Bunbury partiéndose en mil pedazos, ardiendo y negándose a morir, aunque también parece resignarse ante una derrota definitiva. 

Oración

Despertar es un corte diáfano y melódico, un breve consentimiento hacia los sueños donde habita lo último de la esperanza: una construcción apolínea y acuática entre el brillo del sol, olas y arena.

Despertar

Decadencia es una de las favoritas para estallar en vivo, augurando una fibra eficaz: no guarda recato, es enérgica y efervescente. Excelentes guitarras, la sección rítmica concisa y la voz apasionada de Bunbury, cuya letra es otra tribulación poética que se divide a través de los solos de Valdivia. Por concluir, una pieza intimista y melodiosa, el trato nocturno y melancólico entre un sujeto anónimo, sensible y lujurioso, y una sexoservidora en una súplica medrosa por calidez. Con Nombre de Guerra, es uno de los momentos más entrañables del plato, volviéndose poderosamente emotiva.  

Con nombre de guerra

Finalmente, El Cuadro II se percibe como el corte popero y al mismo tiempo, más experimental, gracias a sus tiempos intrincados y guitarras fluidas. La vocalización de Bunbury se nota afectada a propósito, inyectándole una emoción descorazonada y solemne. Su letra compacta la influencia literaria del escritor francés Stendhal, además de intervenir con ciertos fraseos con varias referencias a la cultura popular.

Mención especial (ya que fue incluida en la versión para Hispanoamérica del álbum, desechando El Cuadro II) merece Héroe de Leyenda, pieza pletórica de instrumentación luminosa. Un juego melódico entre guitarra acústica y eléctrica, el bajo de Cardiel dota con profundidad y la batería de Abreu un golpe cavernoso. La composición no podría ser más deliciosa, altibajos incluidos, llegando a esa sensación literaria de catarsis, perdición y destino.

Casi por cumplir treinta años (4 de diciembre), Senderos de Traición continúa tan vigente dejando atónito desde la primer escucha y cuyo sonido continuaría embarneciéndose, alcanzando nuevas latitudes. Convertido en un álbum obligado, una ráfaga que arde en el cielo nocturno con todo furor apolíneo y dionisíaco.


Tracklist:

1.- Entre Dos Tierras

2.- Maldito Duende

3.- La Carta

4.- Malas Intenciones

5.- Sal

6.- Senda

7.- Hechizo

8.- Oración

9.- Despertar

10.- Decadencia

11.- Con Nombre de Guerra

12.- El Cuadro II


Álbum completo en YouTube y Spotify 🛡

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