CHARLY GARCÍA – CLICS MODERNOS (1983)
El Rock n´Roll siempre ha sido conducto para energizar los ímpetus del
espíritu, sea a través de su incansable brío, irreverente propensión al peligro o ritmos cadenciosos que hipnotizan.
Escuchar un álbum de Rock n´Roll en la lengua de Cervantes, y que prometiera
una calidad de producción impecable, parecía un sueño utópico en los años
ochenta.
Considerando las circunstancias políticas y sociales en Argentina, Charly García rayó la perfección para su segundo álbum solista. Decidido a tomar las riendas en pos de una materializar un material pulido y elegante, y gran tino fue añadirle ciertos elementos atmosféricos y la esencia bailable de la época. La figura del rock argentino logró un brinco gigantesco, para algunos contradictorio, pero cien por ciento efectivo: gracias a sus sagaces ambiciones creativas, le regaló al mundo uno de los mejores momentos de rock en español, íntegramente grabado durante 1983 en los Electric Lady Studios de Nueva York.
Instalándose con las menores comodidades, el excéntrico personaje que
siempre ha sido, García dedicó el presupuesto disponible para hacerse del
personal idóneo: reclutó al productor Joe Blaney, quien estuvo enrolado en
producciones de artistas como The Clash, los Ramones y Prince, así como años
después con Andrés Calamaro. En cuestión de músicos, contó al excelente bajista Pedro Aznar y el
experimentado guitarrista de jazz Larry Carlton. Fue también, que se le ocurrió prescindir de baterías orgánicas, manejando un TR-808, una de las primeras cajas
programables de ritmos electrónicos y de samples, lo cual despojó de ese
espectro clásico a la colección de canciones que conforman este Clics Modernos.
Y ciertamente, fue la mejor decisión.
El plato abre con la excelente Nos Siguen Pegando Abajo (PecadoMortal) de vibrantes percusiones, aderezo de guitarras etéreas y provocadoras líneas de sintetizador para mover los pies, la letra explora una fuerte crítica hacia el régimen dictatorial argentino, en una protesta directa y controvertida. Gracias a su ceñida habilidad compositiva, estupenda para la texturas y melodías, las anécdotas contenidas no podrías ser menos que sórdidas.
Influida por el New Wave de Men At Work y The Police, la engañosa balada No soy un extraño, arranca con la magia de un sintetizador atmosférico lleno de misterio, remitiendo una sensación sombría que destila su lucha implacable por ser aceptado como un igual. Dos Cero Uno (tranzas), abre con percusiones tribales y una melodía de piano fenomenal, una condensación ácida de dos minutos, gozosa de autocrítica y sátira, un tema que atañe a todo aquel que ve perdido el rumbo, sea cual sea, y ahora mira en retrospectiva con descomunal amargura. Nuevos Trapos, sublima con sonidos elegantes, en miras de reformar una historia, en este caso, musical y letrísticamente, con excelentes arreglos de sintetizador y una caracterización vocal estupenda. Como dato curioso, este tema iba a ser el verdadero nombre del álbum, el cual cambió casi a último minuto, decantándose, por la inscripción del grafiti que aparece en portada (Modern Clix).
Bancate ese Defecto, incorpora loops, piano y teclados juguetones que se mezclan con el temerario trabajo vocal de García, porque a pesar de la extraña esencia tropical que se desarrolla, la letra delata con emoción cruda y filosa, una sutil acometida contra los medios de comunicación y las comodidades actuales del “progreso”, un sincero desacuerdo contra el gobierno y la sociedad conformista. Llega la canción, quizá más conocida del álbum, No me dejan Salir, totalmente festiva, entre un cortejo de teclados y sonidos amigables, su estupendo ritmo funky atrapa de inmediato, sirviendo de eficaz pretexto para denunciar una opresión dominante que no va a tientas. El combate continúa implacable, con una de las mejores canciones de la placa.
Los Dinosaurios; cual golpe de timón contra la inminente tempestad, los arreglos supuran vanguardia y frescura, misterio y desolación. Un piano cuya elegante melodía se ofrece como puente hacia los sutiles rasgueos de una guitarra que lentamente se convierte en tres según avanza la rola, mientras Charly ofrece una vocalización con semejante ternura y devoción, a una letra que denuncia el abuso de la élite de poder, victimizando siempre a los más débiles, a los desprotegidos e inocentes, con la promesa firme, que serán esos dinosaurios dictadores, quienes al final obtendrán un apabullante castigo.
La cúspide del álbum se encuentra en sus dos últimas
piezas: Plateado sobre Plateado (Huellas en el Mar), cuya letra es tan cercana
a la poesía, engalanada con la voz de García, un canto evocador y sensible para
esta pieza, ataviando con el bajo decisivo y texturas de sintetizador, mención
honorifica, al solo indomable de guitarra. Pináculo de la música en habla
hispana, sin duda. En Ojos de Video Tape vuelve el piano melódico y la
vocalización sensible, mientras la letra se torna insuperablemente poética
hacia una renunciación agridulce, una batalla que se ha declinado para evitar el
derramamiento extremo de sangre.
Considerado el segundo mejor álbum de rock argentino (Artaud, de Pescado Rabioso es el número 1), no fue del todo comprendido en su momento. Muchas opiniones evocaron el sonido de los trabajos anteriores de Charly, más inmediatos y cercanos al rock folk, acusándolo de venderse a la maquinaria norteamericana por el hecho de haber grabado en aquel país, cosa más alejada de la realidad. Su inquietud por alcanzar una producción cuidada y superior para adaptar los sonidos y derivaciones anglosajonas, hacia a su variedad creativa. Embarneciendo su magnitud política, marcando un antes y después, para Clics Modernos, en la historia.


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