STONE TEMPLE PILOTS – TINY MUSIC... SONGS FROM THE VATICAN GIFT SHOP (1996)
El tercer álbum de Stone Temple Pilots, agrupación conformada por el vocalista Scott Weiland, los hermanos Dean y Robert Deleo, encargados de guitarra y bajo, respectivamente, además del baterista Eric Kretz; denostó un cambio significativo a la estética musical que habían empleado en sus dos primeros opus, publicando el 26 de marzo de 1996, Tiny Music… Songs From The Vatican Gift Shop, un golpe eficiente al timón sin sacrificar su esencia ríspida y contundente.
Mientras que su debut, el magnífico Core (1992), fue infravalorado por la crítica al considerarlo una copia de otras agrupaciones del grunge de Seattle, el monumental Purple (1994) manifestó sus habilidades como una banda de rock de integridad fomentada. En tanto su sonido rendía tributo al heavy metal primigenio en rostro de Led Zeppelin y Black Sabbath a través de un revival de riffs colosales y disorsionados, Tiny Music… recupera la vertiente del rock de los setenta que deseaban explotar: T. Rex, David Bowie, Kiss y Cheap Trick, son las influencias que resoplan pasmosamente, gracias a la dinámica alternativa de Los pilotos del templo de piedra, cosa audible de inmediato con la relajada introducción de Press Play, pieza lounge con piano Fender Rhodes y elegante carisma. Pop´s Love Suicide, es un potente ataque de guitarra aderezado por la robusta sección rítmica, y una embestida intensa gracias a la inquietante voz de Weiland, mediando la narración de una estrella de la farándula con tendencias suicidas.
Tumble in the Rough es pura centella punk que detona gracias a sus propias repercusiones sonoras, mientras se ahoga en una ineludible desesperación existencial. Big Bang Baby fue el primer sencillo liberado de la placa, siendo un corte pegajoso que deambula entre el shoegaze caritativo y una carga filosa de psicodelia pop.
Lady Picture Show irrumpe fuerte, partiendo del jangle pop, las guitarras de tradición alternativa de mediados de los noventa en su engañoso intento por ser una balada que congenia con la ternura.
And So I Know, es un bossa nova bien ejecutado, invitando a relajarse, perfecto para mirar una puesta de sol, aunque sepamos que hasta el brillo del astro rey se encuentra condenado a morir.
La descarga de adrenalina arrecia con Trippin´On A Hole in APapper Heart, con su batería musculosa y sus riff de guitarra exacerbados, una pieza veloz y cruda, mientras Weiland canta una frase que permanece como su vivo legado: “No estoy muerto y no estoy a la venta”. Tema poderoso como pocos.
Art School Girl vira entre lo sinuoso del pop, con la dinámica quedo-fuerte-quedo, estallando en su coro con la intensidad cruda del punk y delatando las costumbres de una comunidad artística entregada al exceso. Adhesive, a pesar de su quietud, es intensa y distinguida, aludiendo implacablemente a la obsesión amorosa. Ride the Cliché es un reingreso al vigor, riffs distorsionados de guitarra y melodías que acercan la canción a un intento de rock puramente comercial. Daisy es la segunda pieza instrumental, cercana al blues y sensible en su escucha. Seven Caged Tigers acopla muy bien los instrumentos en pos de un rock duro que se aleja de la estridencia, en tanto que la letra es una aproximación a los conceptos espirituales de Oriente.
Stone Temple Pilots gozó de un momento de enorme creatividad que vertieron en la colección de canciones que resultaron en este “música chiquita”. Convirtiéndolo casi en automático, en uno de sus mayores logros discográficos, enalteciendo su trayectoria, la cual sufriría momentos críticos debido a las adicciones de su vocalista, equiparándolo a otros iconos como Layne Staley y Kurt Cobain, sumado al fastidio de los demás miembros de la banda.


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