KING CRIMSON – IN THE COURT OF THE CRIMSON KING (1969)
Prevalecer al paso cansino de las décadas requiere una labor en ocasiones extraordinaria. Esta temática permea el primer opus de la agrupación inglesa King Crimson. Editado el 10 de octubre de 1969, álbum que marcó una trayectoria legendaria que aún perdura, además de servir como banderazo inaugural para toda la tradición del rock progresivo. La primera alineación del grupo estuvo integrada por Robert Fripp en la guitarra (su líder indiscutible), Ian McDonald en saxofón, flauta, clarinete, teclados y mellotrón, Greg Lake interpretando el bajo y fungiendo como cantante, Michael Giles como baterista y Peter Sinfield, como letrista, encausando su escritura hacia una esencia de bella inmolación.
%2020.03.43.png)
El álbum en sí, estaba influido por sucesos como la guerra de vietnam, la brecha generacional que
incurría como un factor social relevante, inquietudes y una sensación amenazante de pavor que servía de alimento de
todos los días; manejando una oscura retórica dual de la justicia y la injusticia como un sólo punto de equilibrio.
In the Court of the Crimson King es un álbum redondo, con sólo cinco imperiosas canciones de larga duración, detalle desafiante dentro del contexto musical de la época. Su contenido mezcla con milimétrica disciplina, jazz, rock duro, música sinfónica y experimental. Y no es para menos, un estruendo de flamantes texturas arropan la pieza abridora: “21st Century Schizoid Man”, envuelve al escucha con sus ritmos de metralla, causando gran abatimiento con su caótico halo sonoro; la letra describe de manera profunda, la psique del hombre moderno, sometido por sus problemas internos en tanto pretende resistir el desalmado influjo de un mundo al borde del colapso.
El segundo corte del álbum resulta un conmovedor descanso, “I Talk to the Wind”, acomodada en acordes suaves de guitarra y flautas diurnas, sin embargo, el desazón del narrador continúa, sufriendo calladamente por la inaudita impresión de soledad que lo devora. De inmediato surge la tempestad en la pieza más emocional del álbum, “Epitaph”, cuyas notas derriban todo lo construido musicalmente durante los sesenta, por su temeraria melancolía, sobresaliendo por su excelsa ejecución, guiada principalmente por un mellotrón colosal, y sazonando con flautas, saxos y acordes apabullantes; una deliciosa emoción de desamparo arrastra al escucha como si estuviese inmerso en una embarcación sobre el océano durante una tormenta.
El único destino es el desvanecimiento, en tanto el futuro se presenta como un delirio ominoso e imposible. "Moonchild", resulta serena e interesante, con arpegios tenues de guitarra, conjugando diversos instrumentos como flauta y tuba, en esta inmersión sonora y psíquica de un personaje ensoñado, el corte es más experimental, gracias a su duración, superando los 12 minutos, dando paso a dos secciones evidentes: una guiada por el mellotrón y guitarra, mientras la segunda es una improvisación de platillos, percusiones y acordes intrigantes en las seis cuerdas, creando una atmósfera cercana a un viaje astral por la bóveda celeste. Para finalizar, In the Court of the Crimson King revienta de forma épica, su batería a tope, un encausado mellotrón modulando la impresión de lo sagrado que que se encarna hacia profano, la guitarra es texturalmente pesada y su letra, envuelve perniciosamente las eras del hombre a través del sufrimiento, la fantasía, la pasión y la mitología, un imaginario digno de batallas que detonan el apocalipsis. Nueve tórridos minutos que inspiran y regeneran, derriban y subliman todos los ímpetus.
La portada, es una pintura de Barry Godberd, ingeniero en sistemas computacionales, siendo su única obra y la cual Robert Fripp adquirió, ya que le pareció reflejaba con gran impacto el significante de todo el contenido del álbum: un rostro distorsionado y poseído por la sensación de imperiosa hecatombe.
%2016.34.48.png)
Comentarios
Publicar un comentario